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Tinta fresca

Que viene Leonard

Que viene Leonard

El fulgor de Elmore Leonard como novelista de referencia en el género negro ha oscurecido su condición de autor mayúsculo en los terrenos del "western", especialmente por estos pagos debido al desinterés editorial que sufren las novelas de "vaqueros". Menos mal que Valdemar sigue cabalgando con su admirable colección "Frontera", en cuyo paisaje se publican ahora dos muestras perfectas del talento de Leonard: Hombre (1961) y Que viene Valdez (1970). Los amantes del cine asociarán estos dos títulos a sendas películas de calidad notable. La primera, protagonizada por un acertadísimo y lacónico Paul Newman sin rastros de histrionismo, era un magnífico trabajo de Martin Ritt emparentado en su argumento con La diligencia fordiana. La segunda, rodada por el luego desvanecido Edwin Sherin en Almería en los estertores del "spaguetti western" pero con urdimbre clásica es un trabajo digno de reivindicación del magnífico texto original, que se beneficiaba de la siempre sólida presencia de un aparentemente estólido Burt Lancaster en busca de justicia en un mundo donde la ética y la moral estaban proscritas, y que, a contracorriente de lo establecido por Hollywood, respetaba el desenlace propuesto por Leonard, en el que brillaba por su ausencia el habitual duelo a muerte. En realidad, las apariencias del tal Valdez engañaban pues su pasado dejaba claro que era cualquier cosa menos un tipo inofensivo.

El desconocimiento español de Leonard como escritor de "westerns" se torna reconocimiento y respeto en Estados Unidos, donde no se entiende la obra policiaca del autor sin engarzarla con sus relatos de apaches, grandes praderas, forajidos y supervivientes. En realidad, cualquier amante de la novela negra sabe que las conexiones en temas y personajes con el "western" son evidentes, habituales y, en cierto modo, inevitables. La obra de Leonard en este campo es fecunda y seguramente lo sería más de no mediar el declive comercial del género, exactamente lo mismo que pasó en el cine. A la espera de que haya más rescates editoriales, bienvenidas sean estas dos novelas reunidas en un solo volumen. Protagonizadas por dos personajes con muchos puntos en común (un blanco criado entre indios, un antiguo guía del ejército con sangre mejicana) en su conflictiva relación con los "rostros pálidos" (aunque Valdez no se pueda considerar un amigo de los indios, precisamente), Hombre y Que viene Valdez tienen el sello inconfundible de Leonard en cada una de sus apasionantes páginas. Su capacidad para cincelar personalidades con los rasgos justos y necesarios, sus descripciones precisas y nunca decorativas de escenarios interiores y exteriores (el paisaje es un personaje más), sus diálogos siempre oportunos y bien modulados o su habitual habilidad para rematar la faena con desenlaces redondos hacen de esta doble lectura una experiencia memorable. Coraje, intriga, racismo, humillaciones, mundos que se apagan, venganzas, códigos éticos irrenunciables, corrupción, justicia... Todo eso y mucho más llevan las alforjas de Leonard en su aventura literaria, desarrollada con la puntería infalible de un maestro.

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