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Defender la diferencia

Emanuelle Laborit y su relato de la lucha de las personas sordas

Defender la diferencia

"La historia de los sordos es una larga historia de combates. Cuando, en 1620, un fraile español inventó los rudimentos del lenguaje de signos, desarrollado posteriormente por el abate del l'Épée, nadie sospechaba que la formidable esperanza que habían proporcionado al mundo de los sordos iba a extinguirse brutalmente. El abate había fundado un instituto especializado en la educación de los sordos. En el siglo XVIII fue tal su fama, que el rey Luis XVI acudió para admirar su enseñanza. Era una revolución, y toda Europa se interesó en ella. En el siglo XIX llega la prohibición oficial. La 'mímica' así se le llama, debe desaparecer de las escuelas. Rechazada por indecente y por impedir, presuntamente, hablar a los sordos. Fue descartada porque se catalogó como ` ¡lenguaje propio de monos!´. De este modo obligaron a los niños a articular unos sonidos que nunca habían oído y no oirían jamás. Hicieron de ellos unos subdesarrollados. Médicos, educadores, Iglesias?, el mundo de los oyentes se unió contra nosotros con una violencia increíble. Sólo reinaba la palabra. Hubo que esperar el decreto de enero de 1991 para que se levantara la prohibición. Para que los padres pudieran elegir el bilingüismo para sus hijos. Una elección importante, porque permite que al niño sordo tener su propio lenguaje, desarrollarse psicológicamente y también comunicarse con los demás en francés oral o escrito. Transcurrió un siglo de lo que llamo terrorismo cultural por parte de los que oyen. ¡Es absurdo! Un siglo sombrío durante el cual, en Europa, los sordos, privados de la luz del saber, debieron someterse", ésta es, por tanto, una historia de lucha colectiva y de superación personal. Seguimos convirtiendo la diferencia en estigma social, ha ocurrido, ocurre, y por desgracia, ocurrirá de nuevo. Emmanuelle Laborit es sorda de nacimiento, primera actriz sorda que recibe en Francia el Premio Moliére de revelación teatral por su interpretación del papel de Sarah en la comedia Les Enfants du Silence. Embajadora de la Lengua de Signos Francesa, ofrece a través de esta narración autobiográfica un testimonio estremecedor sobre su incesante lucha por la defensa de los derechos de las personas sordas.

El título de este libro describe a la perfección este ímpetu alado de un espíritu libre y combativo, la rebeldía de una mujer que grita ante la incomunicación, que exige su lugar en el mundo: "Daba gritos, muchos gritos, y gritos verdaderos. No porque tuviera hambre o sed, o miedo, o dolor, sino porque empezaba a querer `hablar', porque quería escucharme y los sonidos no me salían. Vibraba. Sabía que gritaba, pero los gritos no querían decir nada para mi madre o mi padre. Eran, según decían, gritos agudos como de ave marina, como los de una gaviota cerniéndose sobre el océano. Entonces me apodaron la gaviota. Y la gaviota gritaba por encima de un océano de ruidos que ella no oía, y ellos no comprendían el grito de la gaviota".

Historia y testimonio que logra emocionarnos en su forma poética de traducir todo lo que esta mujer pájaro siente o piensa a través de un mundo cuyos códigos desconocemos, acercamiento necesario por ambas partes, pues en toda comunicación la atención y el respeto de ambos interlocutores es imprescindible. Defender la diferencia y no aislarla: "El mundo no puede y no debe ser perfecto. Ésa es su riqueza".

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