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Publica "Eva", la segunda parte de "Falcó"

Arturo Pérez-Reverte: "Sobrevivir es siempre una negociación"

"En Eva hago un viaje al sexo y a la cabeza - de una mujer"

Arturo Pérez Reverte.

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) se sienta y no tarda nada en hablar sobre Eva, la continuación de su éxito Falcó, que se acaba de publicar en España.

- "Falcó" y ahora "Eva" empiezan en medio de la acción. En medio de una muerte o de la posibilidad de una muerte.

-Cada novela es un artefacto que sigue un tratamiento específico. No es lo mismo escribir una sobre la Ilustración que sobre espías. Hay unos planteamientos canónicos que no puedes vulnerar, salvo que seas un genio. Y yo no soy un genio, yo soy un profesional. Esta novela tenía que ser corta, picada, con acción, diálogos secos... muy adelgazada, no podía perderme en florituras. Además es una novela de personajes, donde trato que se entiendan por la acción, como aprendí en el cine, y no por lo que dice el autor sobre ellos.

-Hay una escena prodigiosa en la que negocian dos capitanes de barco y Falcó tan solo mira. Se vuelve secundario.

-Él puede entenderlos, porque maneja su código pero no lo comparte. Por eso él se retira porque sabe que en esa conversación él está fuera, no es su territorio moral. Falcó confía en que esos códigos funcionen porque ahí hay un punto que también para mi es muy importante: la lealtad profesional. Cuando hay un odio ideológico, el resultado suele ser grotescamente sangriento pero cuando la rivalidad es profesional existe siempre una complicidad tácita que no digo que mejore pero que al menos sitúa la cosa en otro contexto. Y esto lo he visto en las guerras. Es lo único que reconcilia con el ser humano, que a veces es capaz de elevarse por encima del horror y decir "vamos a vernos un momento como iguales".

-Sobre Falcó en "Eva": "Siempre que se cruzaba con un superviviente, se preguntaba qué clase de bajeza habría cometido para sobrevivir".

-La bajeza la identifico con la cobardía, la deslealtad y la traición y yo he visto hacerlas para sobrevivir. Otra pregunta: ¿mueren los héroes antes que los cobardes? Esto te plantea temas muy serios porque a menudo es el héroe el que muere. Sobrevivir es siempre una negociación. Y esa negociación te incluye a ti mismo.

-Una violencia de "Falcó" y "Eva": la tortura. A un tiempo escuchaba una canción de Jorge Martínez donde canta "¡Qué mal huelen los muertos!": por su crudeza, me olía mal su libro en esas páginas.

-Tiene razón Jorge: huelen muy mal. La tortura depende de dónde estés moralmente e incluso físicamente, política o ideológicamente. En primer lugar, he visto torturar y he estado con torturadores y me han explicado cómo funciona, por eso lo cuento. La tortura tiene una cualidad física que quien no ha visto torturar no conoce: cómo huele la piel y todas sus secreciones... Es un olor que solo conoces cuando lo has visto. No es imaginable. En segundo lugar, yo no torturaría jamás: sin embargo, tú ponte en el lugar del torturador que por oficio o eficacia, porque la tortura puede ser un arma eficaz, tiene a uno del ISIS que sabe dónde se va a cometer un atentado en media hora. Ese es el punto interesante, condenarme yo para salvar a otros. Es complicadísimo...

-"Eva", como novela canónica, es un viaje. En este caso al centro de un enigma que no se resuelve: una mujer.

-Es un viaje al sexo y a la cabeza de una mujer. Y no se resuelve porque es irresoluble. ¿Y sabes por qué lo es? Porque no tenemos aún información. En el caso del hombre, llevamos desde Homero viéndolo en todas sus facetas posibles: guerrero, mártir, verdugo... Y la mujer estaba siempre atrás. Pero desde hace casi un siglo, la mujer ha cambiado el rol y es ella la que está en primera línea, librando una batalla. No es el caso masculino: tenemos códigos que nos consuelan, y ritos. Las mujeres están solas: son heroínas solitarias en territorio enemigo. Están en proceso de unirse para sobrevivir.

-Leo en "Eva": "Todos jugaban según las mismas reglas. No había otras. La diferencia era que unos las asumían y otros no; sobre todo cuando llegaba el momento de abonar el p recio".

-La gente es mal pagadora. En Eva y en la vida. Desde que salimos de matarnos por la caza cuando éramos cromañones hasta ahora, todo se paga. Y cuando llega el momento del abono la respuesta suele ser "que pague otro". Siglos de educación cristiana, de humanismo mal entendido, de filosofía blandengue y bonachona, de buenismo estúpido, nos han hecho creer que somos importantes: no somos más que hormigas bajo la bota de un dios implacable. Cuando has visto a una mujer hermosa convertida, dos días después, en un trozo de carne muerta, te das cuenta de que somos una mierda. No somos nada: no lo éramos para Hitler, Napoleón o Stalin, que eran botas humanas. Somos cinco litros de sangre. Con un tajo, en cinco minutos estamos muertos. No soy un gruñón: a mi lo que me cabrea no es la maldad, es la estupidez. Si solo hay que leer un poco... A un malo inteligente le invito a tomar una copa y que me cuente pero de un idiota, ¿qué vas a aprender? De joven pensaba que el malo era el peor pero es el estúpido. Juntas a un malo con mil idiotas y tienes a mil y un malos.

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