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Eugenio Fuentes: Ilustraciones imperiales

Cinco clásicos, nacidos en Londres, Tokio, Roma, Viena y San Petersburgo, en los que textos e imágenes rivalizan en excelencia

Capitales imperiales: de Londres a Tokio, pasando por Roma, Viena y Petersburgo. Son el lugar de nacimiento estos cinco volúmenes ilustrados, a los que enlazan dos apreciables características. Todos son textos de elevado interés y están acompañados de expresiones plásticas que, cada una en su género, son la obra de auténticos maestros.

Viena. Colores vivos, muy planos, y unas líneas con las que Kokoschka (1886-1980) buscó depurarse en la pintura primitiva forman el andamiaje de las ocho litografías que el pintor austriaco concibió para Los chicos soñadores (Viena, 1908). A Kokoschka le encargaron ilustrar un libro infantil, pero sus pulsiones le depositaron en las arenas de un poema propio, de hálito elegíaco y ropaje expresionista, en el que refleja toda su ansia de libertad, amor y aventura. El resultado ha quedado inscrito en los anales de la pintura.

Roma. Los Pensamientos para mí mismo, también conocidos como Meditaciones, destilan la crema de las reflexiones del emperador que supo compaginar la sangre y el ruido del campo de batalla con la mirada serena sobre el hombre y sus asuntos. El estoico Marco Aurelio (121-180), que enseña a despreciar la muerte, evitar el desánimo y frenar la impaciencia, las escribió en la última década de su vida. Muchos siglos después, Scott Pennor las sitúa en escenarios oníricos que expanden su resonancia por todas los estratos del espíritu.

Londres. Una de las grandezas de Dickens fue idear la fantasmagoría del viejo Scrooge, encarnación de la esencia pútrida que al fin se ha apoderado del mundo. Pero también fue mérito suyo redimir al usurero tras hacerle contemplar un futuro que, es de temer, traería hoy sin cuidado a los amos de las cloacas. Por si acaso, y porque no se ha de cejar en algunos empeños, aquí llega una magnífica versión de Cuento de Navidad a la que el inglés Quentin Blake dota de sus peculiares dibujos, híbrido perturbador de despreocupación y sátira.

Tokio. El maestro Shigeru Mizuki (1922-2015) ocupa una de las cimas del cómic japonés y su nombre es bien conocido por los devoradores de manga. Pero, además, Mizuki era un infatigable estudioso del universo sobrenatural nipón y recogió sobre el terreno miles de narraciones y leyendas sobre esos personajes conocidos de modo general como "yokai". Sus vastos conocimientos quedaron plasmados en esta Enciclopedia, cuya segunda parte verá la luz en mayo y en cuyas páginas cientos de dibujos comparten espacio con detalladas explicaciones sobre las características de cada uno de estos engendros y los lugares en los que germinaron.

San Petersburgo. Pushkin (1799-1837) arrastra consigo la gloriosa carga de ser considerado el padre de la literatura rusa. Tanta pasión por ponerle letra a la nación le movió a recoger un buen número de cuentos tradicionales que convirtió en poemas narrativos, como El zar Saltán que encabeza esta colección de seis piezas. El romántico tardío Bilibin, ilustrador cimero y diseñador de memorables escenografías y vestuarios para varios ballets rusos, los realzó con numerosas imágenes de una calidad excepcional.

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