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Ricardo Menéndez Salmón: De sátiras, paraísos y testamentos

Cuatro obras de ficción y un estudio sobre los universitarios en la máquina del nazismo

1. El vendido, de Paul Beatty

Aunque El vendido es un libro que pone al lector en la órbita de la carcajada, a menudo regala una risa cargada de mala uva, que justifica el escalofrío. Es la sátira como extracción de la piedra de la locura.

Aceptando que la raza no es la madre del racismo, sino su hija indeseada, Beatty retrata la vida de un bocazas apellidado Yo, quien, siguiendo una lógica disparatada, conduce el debate racial hasta la paradoja. ¿Qué hacer con un negro que, para preservar un entorno que se desmorona, promueve el segregacionismo como defensa?

Beatty arrima el ascua de la ironía a una sardina que no se deja pescar fácilmente, la de una humanidad escindida en grados de pigmentación. El resultado se sitúa junto a grandes episodios de la causticidad yanqui, caso de La hoguera pública, de Robert Coover, o Karoo, de Steve Tesich.

2. Creer y destruir, de Christian Ingrao

Ni gregarios inmunes a la crítica ni príncipes de las tinieblas. Entre el burócrata eichmanniano, que acata órdenes con disciplina de autómata, y la potencia luciferina del conductor de hombres personificada por Hitler, un pelotón de economistas, lingüistas, germanistas, juristas, filósofos, sociólogos e historiadores egresados de las cunas del saber alemán descuella en la contabilidad del drama. ¿Qué condujo a universitarios educados en las mejores aulas de Europa a sostener, alentar, proteger y ejecutar una de las políticas raciales más despiadadas de la Historia? ¿Cómo el fuste torcido de la Humanidad pudo adherirse a la peripecia de hombres llamados a proteger la razón?

Para responder a estas preguntas, Ingrao reconstruye la vida de ochenta intelectuales que hicieron carrera en las SS y los Einsatzgruppen. El resultado, apabullante desde el punto de vista documental, inscribe a estos hombres en coordenadas históricas de las cuales emanan dos motivos seminales: el resentimiento nacido de la derrota en la Gran Guerra y el fervor supremacista, la creencia en la pertenencia a una raza privilegiada que aportaba a los intelectuales nazis una representación de la Historia liderada por héroes entonces arrinconados.

3. Rumbo al Mar Blanco, de Malcolm Lowry

En Bajo el volcán, novela que forjaría su leyenda, Lowry pronosticó: "Me tengo por un gran explorador que ha descubierto tierras extraordinarias de las que jamás podrá regresar para darlas a conocer al mundo: pues el nombre de estas tierras es infierno. Claro que no están en México, sino en el corazón". La advertencia podría servir como lema para la obra completa de este alcohólico genial, que inspirándose en Dante proyectó una Divina comedia en tres etapas de las que, en vida, sólo el Infierno, su peculiar lectura del Día de los Muertos, vio la luz. Hasta 1963, seis años después de su fallecimiento, no aparecería Piedra infernal, Purgatorio que narra la estancia de Lowry en el Bellevue Hospital de Nueva York, y sólo en fecha tan cercana como 2013 Rumbo al Mar Blanco, el Paraíso de su trilogía, apareció en inglés.

Inconclusa y amputada como está, falta de revisión y de los trazos que completen su trama, Rumbo al Mar Blanco sigue siendo puro Lowry. Y como tal, literatura de muchos quilates. Los viejos temas del malhadado estudiante de Filosofía en Cambridge están aquí. Comenzando por su mayor pasión, el mar de su adorado Melville, continuando con sus angustias en torno a la muerte, marcado como quedó para siempre por el suicidio de su amigo Paul Fitte, y concluyendo con su confianza en que el amor, que la Yvonne de Bajo el volcán encarnará arquetípicamente, pudiera librar al escritor atormentado por sus fantasmas. Espacio y tiempo, pasión y extinción. Los temas eternos que cifran el periplo del hombre, de cualquier hombre, rumbo al mar de su felicidad o de su desgracia.

4. Persiguiendo a Cacciato, de Tim O'Brien (Contra)

La literatura de O'Brien nace de la tragedia de Vietnam, país en el que luchó como parte del 46 Regimiento de Infantería. De esa experiencia arranca una obra que da voz a lo que mejor conoce: el soldado norteamericano. El punto de partida de Persiguiendo a Cacciato es sugestivo. El militar que presta su apellido a la novela ha dimitido de sus funciones. Harto de la guerra, le ha comunicado a sus compañeros su decisión de abandonar la pelea y ha echado a caminar. Pero ¿hacia dónde se dirige Cacciato? Pues a París, ni más ni menos, 13.800 kilómetros al oeste de Quang Ngai, provincia del Mar de China en la que su compañía está asentada. Boquiabiertos al principio, responsables inmediatamente, sus compañeros deciden ir en pos del rebelde para hacerlo regresar a su puesto y reintegrarlo a sus obligaciones. Así, lo que nace como el diálogo entre la expresión de un deseo fantástico en comunión con la exigencia de un deber marcial, se transforma en la coartada que permite a la novela cobrar vuelo. Y aunque no es licito desvelar dónde empieza el embrujo y dónde lo hacen los hechos desnudos, es sensato apuntar que O'Brien teje un fascinante paréntesis entre lo plausible y sus conjeturas, dentro del cual desarrolla una preciosa novela acerca del poder de la voluntad.

5. A través de la noche, de Stig Sæterbakken (Mármara)

Karl Meyer, protagonista de A través de la noche, es un dentista de mediana edad que goza de cuanto un hombre puede ansiar: posición económica acomodada, reputación profesional, mujer e hijos envidiables. Es la marca de agua del hombre que ha visto satisfechas sus metas. Algo, sin embargo, comienza a agrietar esta fachada de felicidad doméstica. ¿Y si las decisiones que tomó no hubieran sido las correctas? ¿Y si ese edificio de aparente bienestar no fuera otra cosa que el resultado de una serie de actos absurdos? Por ejemplo, el amor. ¿Quién garantiza a Meyer que su esposa sea la mujer destinada a satisfacerlo? ¿Y si ella no fuera más que otra realidad fallida en el recorrido de una vida? ¿Y si ella no fuera más que la prueb'a del nueve, el epítome hecho carne de cuanto de errado existe en su entorno?

La novela de Sæterbakken puede ser contemplada como el intento por desentrañar la vida de un hombre que, atormentado por la culpa, comprueba con menos espanto que fatalidad cómo todo se derrumba a su alrededor. No hay mayor novedad en este relato, que cientos de veces antes nos ha sido entregado por la literatura. Lo que hace de A través de la noche un documento asombroso es el procedimiento mediante el que Sæterbakken desmenuza esa culpa hasta convertirla en un retablo del infierno, en el relato de una caída sin esperanza ni consuelo. Publicada en Noruega en 2011, fue la última obra de ficción de su autor. Poco después, el 24 de enero de 2012, a los 46 años de edad, Sæterbakken se suicidó. Si A través de la noche es un testimonio, es un testimonio abrumador; si es un testamento, es un testamento aterrador. Pero sea un testimonio o un testamento, Sæterbakken se despidió de los vivos con una obra maestra.

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