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Voces paralelas

Una recuperación del monumental ensayo sobre la voz cantada del tenor Giacomo Lauri-Volpi

Giacomo Lauri-Volpi.

El tenor Giacomo Lauri-Volpi (1892/1979) fue una de las grandes voces del siglo XX, uno de los tenores de mayor prestigio mundial con una carrera longeva, de una inaudita capacidad para mantenerse en el primer plano de la lírica durante décadas. Además, cosa rara entre los de su cuerda, tuvo la capacidad de desarrollar un importante discurso intelectual en torno a la voz lírica cantada, más allá de los meros aspectos técnicos. Esto le llevó a desarrollar fundamentadas teorías en esta línea que son de gran utilidad para los cantantes y una delicia para los melómanos.

Buen ejemplo de ello es un libro suyo fundamental que ahora se reedita en la colección "Biblioteca musical da se" de la editorial Multisell, y que recoge la impecable traducción que realizó al español Manuel Torregrosa hace unos años.

El libro cuenta con un prólogo de la soprano vasca Ainhoa Arteta en el que afirma que "cada página es una lección de este arte maravilloso". Efectivamente. Lauri-Volpi traza una singular historia de la ópera a través de una parte sustancial de sus protagonistas, los cantantes. Él pertenece a una generación en la que el dominio de de los mismos era sustancial en el entramado lírico. Eran los grandes tiranos, los que "mandaban" en el monumental circuito lírico internacional. De ahí que su mirada esté enfocada plenamente hacia ese ámbito. Su estudio es sobre la voz humana. O lo que es lo mismo, la ópera vista a través de la visión de más de cincuenta semblanzas de cantantes y noventa estudios paralelos. Todo un alarde de erudición en el que extrae datos de sucesivas generaciones de intérpretes, al detalle, explicando las características vocales de cada uno de ellos a la vez que va explicando su repertorio y realiza una ponderación de sus carreras y lo que las mismas han supuesto en la historia de la interpretación lírica. No es políticamente correcto y esto es algo muy de agradecer. Expresa sus opiniones sobre colegas, algunos de ellos en pleno desarrollo de sus carreras, de manera honesta, sin cortapisas. Podrá estar acertado o no pero no esconde sus opiniones.

Es muy consciente Lauri-Volpi que las comparaciones son odiosas -de hecho la obra despertó en su momento, estamos hablando de los años cincuenta del pasado siglo- muchas suspicacias en el sector- pero se refugia en Plutarco y sus Vidas paralelas como modelo analítico para defender sus tesis. La voz humana es, por tanto, la reina absoluta de un estudio que arranca con Francisca Caccini, la primera mujer compositora de óperas y que llega a cantantes como Plácido Domingo o Alfredo Kraus -hay que tener en cuenta la fecha de la primera edición del libro en 1955, pero fue ampliada en sucesivas ediciones que llegan a la década de los setenta-. Categoriza, lógicamente, la obra en grandes apartados: sopranos, mezzos, tenores, barítonos y bajos. Con una parte final en la que incluye las "voces aisladas", entre ellas la suya.

Van desfilando en los distintos capítulos nombres que conforman la historia de la ópera: María Malibrán, Adelina Patti, Giuditta Pasta, la Callas -su profesora Elvira de Hidalgo-, Angeles Ottein, Montserrat Caballé, Renata Tebaldi, Magda Olivero, Conchita Supervía, Manuel García, Julián Gayarre, Francisco Viñas, Miguel Fleta, Gilbert Duprez, Hipólito Lázaro, Mario Filippeschi, Franco Corelli, Mario del Monaco, Tito Schipa, Giuseppe Tadei, Mattia Battistini, José Mardones, y un largo etcétera. Muchos de ellos, por cierto, nombres también vinculados a la historia musical de Oviedo a través de sus actuaciones en el teatro Campoamor.

Las reflexiones sobre cada uno son muy interesantes, parten de un conocimiento profundo de cada voz y sabe hacerlo con una capacidad de comunicar increíble, convirtiendo el relato en un fascinante recorrido con la voz como pilar esencial. Encontramos, aprovechando las biografías particulares, reflexiones ponderadas. Por ejemplo, en la de Graziella Pareto, para ejemplificar la "incomprensión que, en ocasiones, los públicos dispensan a los cantantes superiormente dotados". O un asunto tan actual como las "carreras devoradas por la prisa" a propósito de Marion Talley, o la escasez de verdaderas mezzosopranos, "lo que vemos son sopranos carentes de notas agudas". Es curioso ese apartado final de "Voces aisladas" entre las que, como señalaba más arriba, incluye la suya y, a mi juicio, muy acertadamente la de Victoria de los Ángeles, a la que define como la "esencialidad del canto". Hay además en esta edición, a modo de añadido, un último capítulo, sensacional, en el que cuenta su relación con Giacomo Puccini. Es verdaderamente clarificador para entender determinados claroscuros del entramado lírico plenamente en vigor en los inicios del siglo XX y que alcanzan a nuestros días. También hay una serie de ilustraciones finales del mayor interés.

Lauri-Volpi tuvo también vinculación asturiana. Cantó en el Campoamor y visitó Covadonga con la que sería su esposa la soprano María Ros. Mantuvo una larga amistad con Jaime Álvarez-Buylla, presidente de la Filarmónica de Oviedo que publicó, hace un tiempo, un libro fantástico titulado Giacomo Lauri-Volpi, Historia de una amistad.

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