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Tinta fresca

Las amargas uvas de la ira

Bescós cosecha con El porqué del color rojo una exquisita novela negra rural con ecos de western

El ovetense Francisco Bescós (1979) recupera en su tercera novela, El porqué del color rojo, el escenario y el estupendo personaje protagonista de su primera obra, El baile de los penitentes. En este caso, la trama viaja a los viñedos, huertos y caminos que se encuentran con abundancia en el territorio de La Rioja Baja. El resultado final, señala Bescós, "puede etiquetarse como una novela negra rural, con detalles propios del western, como el aprovechamiento del paisaje y la acción a cielo abierto".

Un thriller, en fin, ambientado en el mundo del vino, pero "en realidad habría que matizar: es el mundo de la viticultura el que trabajo, alejándome del glamour de los salones y de las catas, para adentrarme en la tierra de cultivo y entrar en contacto con el sudor de los braceros, el óxido de los tractores, el olor de las bodegas..."

En esta atmósfera, nuestra vieja conocida la teniente Lucía Utrera, alias La Grande, al mando de la casa cuartel de Calahorra, "se ve obligada a investigar el asesinato de un joven bracero ilegal, procedente de Europa del Este". Bescós realza lo mejor de su personaje principal, lo que la distingue: "La inteligencia en eterna lucha contra la pereza, el carácter cáustico, de respuesta siempre rápida, la fuerza propia de una mujer que destaca en un mundo de hombres?"

La relación de La Grande con sus subordinados, los guardias de la casa cuartel, facilita las escenas humorísticas que Bescós maneja con destreza muy norteña: "El humor no es algo que se vea a menudo en la novela policíaca española actual; en este caso, se combina con otros temas de naturaleza más sórdida. Y es que el conjunto humano que conforman los guardias de la casa cuartel de Calahorra podría recordar a aquel que comanda, en Vigata, el comisario Montalbano, de Camillieri. Pero además los agentes tendrán que colaborar con un delirante personaje secundario, el padre Juan Borobia, un peculiar sacerdote con un sentido muy personal de la justicia; sus dificultades para contener la irascibilidad generan los momentos más divertidos de la novela".

Lo que comienza siendo un caso que parece circunstancial "acaba complicándose hasta amenazar personalmente a la protagonista. La Grande, enumera el autor, "tendrá que enfrentarse en pocos días a una mafia de tráfico de personas, al rico propietario del viñedo donde apareció el cadáver, a una célula yihadista, a los poderes ocultos que controlan el Cuerpo y a una temida figura que reaparece en su vida para poner a prueba su conciencia". Todo en poco más de trescientas páginas, lo que demuestra el talento de Bescós para descorchar su historia con la necesaria precisión y el ritmo justo que exige una narración en la que los vaivenes argumentales prometen emociones fuertes a los lectores. Brindemos por ello.

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