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Libros

Pensamientos crepusculares

Margaret Drabble y los que tienen demasiados años para morir jóvenes

No es de extrañar que Margaret Drabble, autora inglesa nacida en 1939, escriba ahora sobre la vejez, pues desde el comienzo de su carrera como novelista trató temas contemporáneos a ella. Desde la joven madre soltera de La rueda de molino (1965) a las luces y sombras de la maternidad y el matrimonio, de la doble jornada de las mujeres y, ya emancipadas de su familia, de la influencia de la política de Margaret Thatcher en las vidas de la ciudadanía en El camino radiante (1985), por mencionar algunos de los temas de sus dos decenas de novelas.

Drabble sigue la estela de otros escritores "crepusculares" ingleses, quienes, con una ironía encomiable y un gran sentido del realismo, se enfrentan a lo que el desafortunado título de esta novela denomina "la negra crecida", la riada incontenible y oscura (por lo desconocida) que se lleva por delante proyectos, recuerdos, miedos y cuerpos fuertes o enfermos. Después de la "dark flood" sólo queda el silencio.

La espera por tan potente desconocida inquieta y angustia los corazones; pero como la vida hay que vivirla aunque esté deteriorada, Kingsley Amis describe esos momentos en Ending Up (1974), William Trevor en The Old Boys (1964) y David Lodge en La vida en sordina (2007), que tiene un título potente e innovador en inglés: Deaf Sentence, implicando que la sordera es una sentencia de muerte para un profesor y conferenciante, como es su caso. También J ulian Barnes, bien conocido por el público lector español, trata el tema en Nothing to be frightened of (2008). Es obligado mencionar a Miguel Delibes y su estupenda novela La hoja roja (1959), la hoja del librillo que te avisa que el papel de fumar se acabará en breve.

Margaret Drabble utiliza varios narradores en su novela, hombres y mujeres conectados por una red de relaciones más o menos tenues: parentesco cercano, ex/parejas, viejas amistades, amistades recobradas o recientes, personas conocidas o de la vecindad. Pero lo que realmente les une es que tienen más de setenta años. La mitad se enfrenta al frío y la lluvia de Inglaterra y la otra mitad vive al calor de Lanzarote, situación que Drabble aprovecha para dar buena cuenta de la historia pasada y presente y de la geografía física de las Canarias y ejercer de guía turística para alguna isla.

La autora utiliza al Rey Lear de William Shakespeare como intertexto principal de sus argumentos, pero también cita frecuentemente a Samuel Beckett y hace alusiones al libro La vejez (1970) de Simone de Beauvoir. El eje de la novela es, según Drabble, que hacerse mayor no es un tema para la épica ni para el heroísmo y que los héroes son siempre jóvenes, fuertes y activos. Pero que el verdadero valor es admitir el propio deterioro físico y, a menudo, mental y seguir tirando por la vida.

Fran, la narradora inicial, defiende el derecho de la gente mayor a ser egocéntrica, pues les queda menos tiempo para colmar sus deseos. También propugna el carpe diem y el placer de las cosas pequeñas; levantarse por las mañanas, después de poner todos los huesos en su sitio, es una hazaña para alegrarse, y luego poder "experimentar una sensación de felicidad casi plena: papel de periódico fresco, buen café, textos variados, un par de mensajes en la Blackberry? ¿qué más podría ofrecernos el mundo moderno?"

Todos los personajes viven en el optimismo autoimpuesto o en la resignación y se divierten como pueden. Se aferran a su casa cuasi ruinosa, a sus muebles poco prácticos, a su coche decrépito y a sus libros polvorientos, porque todo eso constituye el resumen de su vida. Pero hay muchas maneras de envejecer, tantas como maneras de ser, y Jo, otra de las narradoras, deja todo el lastre físico por el camino y se instala cómodamente en una residencia moderna y aséptica.

Eso sí, los que quedan siempre son los recuerdos, mezclados a veces, reiterativos con frecuencia y que suelen surgir, según se debilita la memoria, como "un monólogo interior que orbita, circula y gira sobre sí mismo". Página a página, Drabble y sus personajes van liberando una línea de recuerdos "profusamente cargada" para reconstruir una cronología que nos concierne a todo el mundo.

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