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Una figura intelectual que crece con sus antagonistas

Marx visto por Berlin y Schumpeter

La sensación de que la de Marx resulta una figura inabarcable, cuyo conocimiento exhaustivo puede ser la tarea de una vida, enfría con frecuencia los intentos de acercamiento a un pensador marcado por la desmesura de su empeño intelectual de entender el mundo y, a la vez, su activismo para cambiarlo. A lo mucho escrito por Marx, autor prolífico tanto por el empuje de sus múltiples intereses de conocimiento como por la pura necesidad alimenticia, hay que añadir lo muchísimo escrito sobre Marx. Lo primero conforma una "obra incómoda y problemática" en la medida en que "no cabe en los cajones clasificatorios de nuestros saberes", en palabras del filósofo Francisco Fernández Buey, Respecto a lo segundo, tiene un efecto distorsionante, que se mueve entre la tendencia a convertir el suyo en un pensamiento granítico y su total denigración. "Se ha escrito tanto sobre Marx que ha terminado por convertirse en un desconocido", constataba Bertold Brecht.

Los doscientos años del nacimiento del autor de El Capital, que el sábado se cumplen, dan cobertura a una de las líneas de novedades editoriales de la temporada de las que hay que agradecer que devuelvan a las librerías algunos títulos clásicos ya inencontrables. Volver sobre la biografía de Marx, el primer libro de un Isaiah Berlin treintañero, es además la ocasión de comprobar cómo su talla intelectual se acrecienta desde una perspectiva antagónica pero con marcado afán de verdad.

Marx desató "la más poderosa de las fuerzas intelectuales que hoy transforman de manera irrevocable la forma en la que los hombres piensan y actúan", escribe Berlin. Como autor de El poder de las ideas, esa afirmación del biógrafo tiene algo de enmienda al biografiado, en la medida en que Marx nos coloca ante otra fuerzas motoras del mundo de mayor visibilidad y consistencia. Pero si por algo destaca el autor es por su capacidad de desmenuzar la vida y la obras del sujeto que toma a su cargo sin que en ello interfiera su propia visión personal. Publicada en 1939, la quinta edición de esta biografía, la primera en 35 años, tiene el valor del estilo de quien la firma. El Marx de Berlin es accesible y sus complejos conceptos resultan inteligibles en una primera aproximación. El libro "sigue muy vivo y no muestra síntomas de que haya sido superado como una de las introducciones mejor conseguidas a un tema de importancia crucial, pero de dificultad obvia", destaca en el prólogo Alan Ryan, catedrático de Ciencia Política en Oxford, ahora profesor en Princeton

Como el gran historiador de las ideas que fue, Berlin consigue el reconocimiento a la dimensión de su biografiado sin una rendición de sus propias posiciones, un prodigio de equilibrio intelectual.

En otro terreno, el de la economía, J oseph Alois Schumpeter, hace lo mismo pero con menor contención, lo que no resta relevancia al reconocimiento de las aportaciones a su disciplina de alguien en sus antípodas ideológicas. La editorial Página Indómita, muy activa en la actualización de clásicos del pensamiento, reúne por primera vez en un mismo libros dos escritos de Schumpeter sobre Marx. "La doctrina marxiana", pieza incluida ya en la obra mayor Capitalismo, socialismo y democracia, aborda las distintas caras del autor de La miseria de la filosofía. La segunda parte se centra en analizr el Manifiesto Comunista. Para Schumpeter, hay un Marx profeta, otro sociólogo, un tercero economista y, por último, el maestro. Fue más que "un proveedor de fraseología" para sus feligreses, como prueba el hecho de que su influencia desbordara los límites de su tiempo, escribe Schumpeter. Incluso en un terreno de abierta discrepancia como el económico, el teórico que acuñó el concepto de "destrucción creativa" reconoce la trascendencia que tuvo para su disciplina del empeño marxiano de incardinar la historia en la economía, para la que hasta entonces era apenas un complemento externo.

Schumpeter discrepa de Marx en los presupuestos más elementales. Su énfasis en los factores individuales del proceso productivo choca de frente con la visión de un mundo que se mueve por la confrontación de clases. "El éxito industrial se explica, en nueve de cada diez casos, por la inteligencia y la energía muy superiores a lo normal", escribe en contestación a la mofa de Marx sobre los auténticos méritos empresariales. Pese a esa abierta discrepancia asume que "en la teoría económica de Marx no hay nada que pueda explicarse por falta de conocimientos o de formación en la técnica del análisis teórico. Era un lector voraz y un trabajador infatigable". Un fiero crítico que asume la enorme dimensión de Marx.

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