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Lo que hay que ver

Shakespeare vuelve a Escocia

One of us, 4 horas de discurso moral y desesperanza en una trama de thriller

En menos de cuatro horas hay que explicar tres asesinatos y dos suicidios. Hay que contar por qué una jefa de policía y amantísima madre trafica con LSD. Hay que desentrañar las relaciones intrincadas, controvertidas, complicadísimas (e incluso incestuosas, permítanme el "spoiler" aunque nada revele) entre dos familias escocesas que viven no ya aisladas sino en la Escocia más aislada. Hay que hablar de la eutanasia, de infidelidades matrimoniales, de una niña enferma de cáncer. Tiene que desarrollarse todo sobre un fondo semioculto de una religiosidad casi idólatra. Ha de llover a mares. Ha de filmarse un "flashback" con un atraco callejero que, mire usted por dónde, acabará por dar una idea letal a la víctima. Tiene que haber un policía que parece bobo, pero que salvará a los buenos. A un padre le cuentan por teléfono el fallecimiento de su hijo y se hace el longuis y sigue adelante bajando maletas de un coche: "No era nadie". No debe olvidarse recordar los devastadores efectos de una violación pasada y la subsiguiente reflexión sobre cómo es posible que un criminal sexual ande suelto paseando por Edimburgo y sea al marido de la ultrajada al que lo visite la policía para ordenarle que se esté quietecito y no ronde al monstruo. Un adolescente simplón, aún más aislado en el dicho aislamiento por sus cascos de música, resulta ser un "hacker". Pero, sobre todo, la serie ha de plantear una pregunta: ¿qué haría el espectador si se encuentra al asesino de su hijo o de su hija malherido y sin poder defenderse? ¿Llamar a la policía y a la ambulancia, mientras lo cuida y reanima? ¿O darle un empujoncito hacia el barrio del más allá? Todo en menos de cuatro horas. No hay duda de que las series británicas se están volviendo cada vez más yanquis.

Una pareja de recién casados aparece descosida a puñaladas. Habían crecido muy cerca, en dos granjas escocesas (qué acentazo "scottish" gastan los actores: hasta un servidor lo distingue) vecinas aunque en alejamiento total del remoto mundo urbano. El asesino viaja hacia ellas "a terminar lo que había comenzado", a saber. Sufre un accidente de coche, maldita niebla, maldita tormenta. Queda así en manos de los padres y suegra y demás familia de los muertos. (Aquí viene la parte en la que no se puede revelar lo que ocurre). La policía investiga. Resolución final. Y sin embargo? Y sin embargo no es una serie solo de intriga, aunque la intriga sea lo que empuje al público a continuar viéndola hasta el final. Tanto es así que suspendemos sin problema la incredulidad en la secuencia de las zapatillas (véanla y sabrán) y cuando veamos que un trayecto a pie confuso contado por gentes confusas en medio de una situación confusa sea la llave para resolver el caso? y cuando suframos la excelente sintaxis con que se expresan los que se pretenden rústicos campesinos. Porque de lo que trata ese "Uno de nosotros" (en traducción literal) ?o "Represalias" o "Venganza", incluso "Retribución", como se le va vertiendo al español? es de largar un discurso moral sobre la mentira, el bien, el mal, la culpa y el castigo. O sea, Shakespeare en estado puro. Los mentirosos mienten a los a su vez mentirosos. Los buenos chapotean en la maldad. Hay que castigar al otro porque a quien debo castigar es a mí mismo. Soy culpable, por lo tanto culpo al prójimo. El orden (el orden divino o natural) debe prevalecer aunque mi conducta sea aberrante.

La serie ha recibido sus premios de rigor y a Juliet Stevenson habría que darle mil por su creación. No es un nuevo Romeo y Julieta, a mi juicio, como se ha querido ver. Es un discurso moral encajado a cuña en una trama de thriller. Si ustedes lo ven de una sentada (esas cuatro horas?), saldrán de la experiencia o bien reconciliados con la vida que lleven o bien con un saco a las espaldas lleno de desesperanza. Lo lúgubre, lo escondido, lo sombrío es lo que tiene.

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