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Ensayo

Cuando los hechos importan

Lee McIntyre analiza la posverdad como una nueva forma de dominación política

La verdad es quisquillosa e inestable. Desde el origen del conocimiento humano, filósofos y científicos han pugnado por ella. Fue punto de referencia y dio seguridad a los individuos en su actuación a lo largo de la historia. Primero encumbrada y luego denostada, ahora corren malos tiempos para la verdad. En 2016, el Diccionario Oxford no dudó en seleccionar "posverdad", un nuevo término que se había difundido a la velocidad de la luz, como palabra del año. Lo definió así: "aquello que se relaciona con, o denota, circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes a la hora de conformar la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales". En este caso el prefijo "pos" no tiene un sentido temporal, sino el de indicar que la verdad es irrelevante.

Para precisar el concepto, Lee McIntyre se adentra en la nebulosa que forma con la falsedad, la mentira, viejas conocidas de la vida y de la política, o la charlatanería (bullshit), a la que otro filósofo, Harry G. Frankfurt, dedicó años atrás un enjundioso texto breve. La posverdad es una novedosa manera de enfrentarse a la realidad, que se propaga con su aire amenazante por el mundo entero y nos sumerge en la oscuridad. El desprecio a la verdad, argumenta MacIntyre, tiene una motivación política, no epistemológica. Los que tratan de obligar a alguien a que crea en algo, incluso contra toda evidencia, no pueden aspirar más que a la dominación política.

Algunas corrientes filosóficas que han seguido la senda marcada por Nietzsche, que solo admitía las interpretaciones en el lugar de los hechos, los sesgos cognitivos en que incurrimos los seres humanos para manejar nuestras tribulaciones y el confinamiento de los ciudadanos a efectos cognitivos en las redes sociales, han creado el terreno más propicio para la posverdad. A propósito, MacIntyre ofrece en su libro ejemplos y datos que ilustran a la perfección el avance imparable del fenómeno. Según una encuesta reciente del Pew Research Center, el 62% de los estadounidenses se informan a través de las redes sociales, que obtienen el 71% de las noticias que difunden de Facebook, convertida de este modo en la principal fuente de información del 44% de los norteamericanos. La posverdad se expande con las redes sociales, mientras la prensa que elabora la información respetuosa con los hechos y criba las "fake news" lucha por sobrevivir.

MacIntyre confiesa que su verdadera inquietud es más sombría: "si la posverdad es realmente prefascismo, quizás las noticias falsas son meras tácticas iniciales cuya meta es ablandarnos para lo que vendrá después. Una vez que ya no sabemos en qué creer, quizás la verdadera propaganda venga después porque ya sabemos quién manda". La elección de Trump y una lista de líderes sospechosos que se va haciendo más larga en cada votación ha sido recibida como un peligro para las democracias liberales, del que advierten políticos, periodistas y académicos, a los que se suma nuestro autor. Bajo tales tenebrosos augurios, no puede dejar de reclamar una reacción firme de la ciudadanía. Pide que se combata la mentira y que no se abandone nunca el espíritu crítico. Su contribución presenta un relato aleccionador de la estrategia seguida por las empresas tabacaleras para desacreditar los estudios científicos que vinculan el consumo de cigarrillos con el cáncer de pulmón, una maravillosa historia de las noticias falsas y un esclarecedor análisis en el que establece un parentesco próximo entre el posmodernismo y la posverdad.

Es posible que MacIntyre solo sea capaz de ofrecer buenas intenciones con que enfrentar el monstruo que se nos viene encima. Sugiere lo que ya propusieron tantos antes que él. Tampoco se le ha ocurrido a nadie qué otra cosa mejor se puede hacer. Pero la posverdad forma parte de la definición del mundo actual y este, introducido por el profesor ovetense Luis Valdés Villanueva con pertinentes reflexiones, es un ensayo en pro de la verdad y también, discúlpese el trabalenguas, en pos de la verdad sobre la posverdad. Quizá debamos empezar por ahí. Este libro la desvela certeramente. Por eso, resulta imprescindible aunque solo sea para ir por la vida, si nos tenemos alguna estima.

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