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Reconstruyendo la quimérica odisea de Cabeza de Vaca

El relato de dos viajeros tras las huellas del conquistador

Reconstruyendo la quimérica odisea de Cabeza de Vaca

En Naufragios y comentarios cuenta Álvar Núñez Cabeza de Vaca su periplo al Nuevo Mundo, desde que salió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 17 de junio de 1527 en una expedición al mando de Pánfilo de Narváez, camino de la Florida, hasta su regreso diez años más tarde, después de infinidad de contratiempos y desventuras. A lo largo de los capítulos de este libro, valioso no solo por la apasionante y fundacional crónica que contiene, sino también por los datos etnográficos proporcionados acerca de los indios que poblaban el territorio recorrido -desde Florida hasta Texas adentrándose en México-, Cabeza de Vaca da cuenta de tormentas, naufragios, sed, hambre y otros padecimientos físicos, además de un cautiverio a manos de los indios que duró ocho años, hasta que en 1537 logró regresar.

Los tripulantes desembarcaron en Tampa en abril de 1528, perdieron las naves y construyeron cinco barcas para intentar llegar al asentamiento español de Pánuco bordeando el golfo de México una vez perdida toda esperanza de encontrar las riquezas de Apalache. Tormentas, enfermedades y combates con los indígenas mermaron la expedición. En noviembre de 1528 naufragó la nave de Cabeza de Vaca en la isla de Galveston (Texas) -de ahí que él nombrara este enclave como Malhado- lo que dejó a los supervivientes a merced de los indios de aquel territorio, por los que fueron esclavizados durante casi siete años, hasta que pudieron fugarse cruzando el río Bravo y bordeando la Sierra Madre. En abril de 1536 llegaron a Culiacán "descalzos, cubiertos por una piel de venado, con las barbas hasta el pecho y los cabellos largos".

Esta crónica histórica sirvió de base para el ensayo de Eloísa Gómez-Lucena y su marido, el escritor Rubén Caba, La odisea de Cabeza de Vaca (2008). Ahora, Gómez-Lucena da un paso más y lo que hace es reconstruir la peripecia viajera que durante el verano del año 2004 llevó a la pareja tras los pasos de Cabeza de Vaca. Toma como base las extensas notas manuscritas tomadas entonces y da como resultado un libro de viajes que tiene doble perspectiva, pues por un lado va desgranando brevemente el frustrado viaje de Cabeza de Vaca, visitando cada lugar donde estuvo, y por otro se va convirtiendo en una minuciosa crónica personal, repleta de erudiciones y desvíos -se habla de muchas escritoras y escritores, desde Harriet E. Wilson a Gustavo Adolfo Bécquer o Fray Luis de León; y cobran protagonismo personajes literarios como el inefable Ignatius Reilly, pergeñado por John Kennedy Toole. También se fotografían detalles de los lugares más importantes -Tampa, San Agustín, Nueva Orleans, Houston, San Antonio, Reynosa, Chihuahua o Culiacán-, se introducen breves biografías de los personajes que van saliendo al paso -el indio seminola Osceola es solo uno de los múltiples ejemplos- y se da cuenta de los regateos, el estado de las habitaciones de los hoteles y moteles en los que se van alojando, el coche automático que utilizan para desplazarse, las carreteras, los autobuses, las autovías, los trenes? En fin, todo, contado con desparpajo, buen humor y su puntito de enseñoramiento.

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