Federico Axat (Buenos Aires, 1975) ganó a pulso la condición de rey del "thriller" con títulos como "El aula 19", "El pantano de las mariposas" y "La última salida", que Hollywood quiere llevara la pantalla. De profesión ingeniero, publica ahora Amnesia, (Destino), la historia de un hombre que se despierta en el salón de casa junto al cadáver de una muchacha. Al lado, una botella vacía de vodka y una pistola. Pero él no recuerda nada: "¿Soy el asesino o alguien llevó a cabo el montaje perfecto".
- ¿Recuerda cuándo le surge la necesidad de escribir?
-Empecé a escribir a los dieciséis años. Fue uno de los actos más intuitivos y menos pensados que recuerdo. Estaba yo leyendo a mi escritor favorito, inmerso en la lectura en uno de esos veranos interminables, y al dar por terminada la lectura fui a un despacho que había en mi casa y me puse a teclear cosas en una vieja máquina de escribir. Durante los siguientes días seguí con lo que suponía era una novela, que desde luego nunca terminaría. Desde ese momento nunca dejé de escribir, y sigo haciéndolo porque me hace inmensamente feliz.
- ¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que le surgieron con "Amnesia"?
-Me encontré con el fantasma habitual de no saber cómo seguir. Nunca escribo con una planificación demasiado exhaustiva. Suelo trazar los lineamientos generales y me lanzo. Soy de los que piensa que a la historia la descubres a medida que la escribes. Eso hace que durante el proceso te acompañe el temor lógico de no llegar a destino. Lo mejor es no pensar demasiado en ello. Lo peor que puede pasarte es tener que abandonar un manuscrito. Ya lo he hecho, no es el fin del mundo.
- ¿Con qué personajes se llevó mejor y peor?
-Siempre debo generar un vínculo especial con el personaje principal. En este caso, John Brenner es un tipo que resulta fácil de querer; ha recibido varios golpes a lo largo de su vida, perdió a sus padres en circunstancias trágicas cuando era un niño y, a diferencia de su hermano mayor, no ha podido salir adelante de la mejor forma. La suerte no lo ha acompañado y eso hace que te pongas de su lado con facilidad. En "Amnesia" hay algunos "malos", pero no demasiado, lo cual en parte ha sido un alivio. En mi novela El pantano de las mariposas debí ponerme en la piel de un tipo verdaderamente despreciable y fue todo un reto.
- ¿Le costó encontrar la voz que exigía el libro?
-No demasiado. Esta novela está escrita en primera persona, y si bien es cierto que el punto de vista del narrador condiciona en gran medida la visión de la historia, lo cierto es que a mí me resulta más sencillo y hasta divertido hablar desde uno de los personajes. Me gusta alternar de un libro a otro así que es posible que en el siguiente vuelva al narrador omnisciente.
- ¿Cuál es para el secreto para conectar y enganchar con el lector?
-¡No tengo la menor idea! Mi única receta es mantenerme fiel a lo que a mí me gusta. Suelo escuchar las observaciones que me hacen de los primeros borradores, pero siempre me permito reflexionar y buscar mi propia respuesta. Para mí es muy importante escribir acerca de lo que me gusta y estar conforme. Si esto sucede, lo más probable es que alguien más sienta lo mismo. No creo en hacer algo para conformar a todo el mundo, ni siquiera a una mayoría. Si intentas algo así y te apartas de tu esencia lo has echado todo a perder.
- ¿Qué le produce más satisfacción de lo que ha conseguido con el libro?
-Yo disfruto mucho el logro íntimo de haber escrito la novela que he querido. Mi parte favorita es cuando pienso el libro y lo escribo. La publicación, las traducciones, las adaptaciones..., nada de eso debe ser un fin en sí mismo. A veces me preguntan cómo hacer para llegar a publicar una novela. Y mi respuesta es siempre la misma: para publicar un libro lo mejor es no pensar en publicar un libro. Escribir lo que a ti te llene es un buen comienzo.
- Escribir hoy? ¿por qué?, ¿para quién?
-Lo mío es en parte egoísta, supongo. Yo tengo la necesidad de escribir, y concebir en mi cabeza unos personajes y darles vida en una hoja de papel, sin ataduras ni condicionamientos, es, desde mi punto de vista sencillamente grandioso. Ver que otras personas disfrutan de lo que hago y hasta están dispuestas a pagar dinero por ello es más de lo que puedo pedir. En estos años siento que mi base de lectores va creciendo. Es muy gratificante cuando ellos ya conocen tu estilo, incluso tus trucos, y están esperando al siguiente libro para ver hacia donde has decidido ir.
- ¿Sufrió algún bloqueo?
-No. Hay momentos en donde las cosas no me salen como quisiera, pero son periodos breves de tiempo. Espero las cosas sigan así.
- ¿Cual es la parte más divertida y cuál la más engorrosa de la creación?
-A mí me divierte mucho la concepción de la historia. Suelo dar paseos largos o simplemente sentarme en alguna parte para reflexionar. Una vez le conté a un periodista que a veces me quedo en mi casa en el sofá, o en la cama, y recuerdo que usé la expresión "quieto como una planta" y él se refirió al proceso como "fotosintético". Me pareció muy ocurrente y certero. Durante este proceso es como si el mundo exterior dejara de existir. Me repliego y veo la historia en mi cabeza. ¡Es genial! Lo más engorroso es plasmar esa historia que tienes en tu cabeza. Escribir una novela lleva mucho, mucho trabajo.
- Deme una buena razón para entrar en el mundo literario que ha creado, y para recordarlo luego.
-"Amnesia" es una novela donde, al igual que en mis novelas anteriores, hay una trama envolvente, un misterio, giros inesperados y un final que el lector no debe anticipar. Es un "thriller", así que malo sería no encontrarnos con estos elementos. Pero al mismo tiempo, en este libro me propuse desarrollar la humanidad de los personajes, sus vínculos y sus problemáticas. A veces en este género es difícil armonizar la trama con los personajes, y en esta historia en particular era para mí importante no descuidar ninguno de los dos aspectos. Espero haberlo conseguido.
