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M de mujer

Louisa May Alcott, una rebelde en América

La autora de Mujercitas, libro que cumple 150 años, creció bajo la influencia de la filosofía de Emerson, gran amigo de su padre

Louisa May Alcott.

Mujercitas, publicada el 30 de septiembre de 1868, cumple 150 años y su autora, Louisa May Alcott, tendría 186 el día 29 de este mes. La escritora, (Filadelfia 1832-Boston 1888), fue la primera mujer que logró votar en Concord (Massachussetts) y aunque ha pasado a la historia por un libro en apariencia para adolescentes, fue sufragista, abolicionista y luchadora por la libertad de acción y pensamiento. Siempre tuvo claro que la igualdad de derechos femeninos y masculinos debía ser total. Quiso demostrarlo con su propia vida.

Luchó en el frente de la literatura y el pensamiento, con bases intelectuales forjadas al calor del trascendentalismo, movimiento a medio camino entre la filosofía y la religión, abanderado por Emerson, su padrino intelectual y el gran amigo de su padre, Amos Alcott, un pedagogo bastante bohemio que también hacía pandilla con Walt Whitman, Henry David Thoreau y Margaret Fuller, en su época gente extraña y nada convencional.

Aunque siempre se asocia a Alcott a Boston, lo cierto es que nació en Filadelfia, donde su padre y su madre, Abigail May, que era trabajadora social, fundaron una escuela. La familia pronto regresaría a Nueva Inglaterra. Hoy una placa en la avenida Germantown recuerda el lugar en el que vino al mundo la novelista, una de las glorias locales, junto a la Grace Kelly, la actriz que fue princesa de Mónaco.

Así que por si alguien aún piensa que Mujercitas es una historia ñoña para niñas, de fácil lagrimeo y finales felices, merece la pena pensar en la rebelde Josephine (Jo), alter ego de Alcott, que quiere ser escritora y trepar a los árboles como los chicos; o en la señora March, la madre de las adolescentes, que a través del afecto y los mensajes subliminales, inculca a sus cuatro hijas la importancia de la independencia en un mundo dominado por los hombres

Y precisamente nada menos "comme il faut" que aquellos trascendentalistas nacidos al calor de un grupo de estudiantes de la Facultad de Teología de Harvard, seguidores de Kant, críticos con la sociedad superficial de su tiempo, como dejó patente Emerson en 1838 en el famoso discurso conocido como "The Divinity School Address". A Jo también se la encuentra en aquella filosofía basada en la intuición y la observación directa de la naturaleza y sus leyes.

El libro sobrevuela el drama de la Guerra Civil que priva a la familia del padre, retenido en el frente. Así que, mientras Beth toca el piano y Meg, la mayor y más reflexiva de todas, lee un libro o ayuda a su madre en la casa, se puede adivinar el gesto irónico de Louisa, que nunca se casó y murió a causa de las secuelas por envenenamiento con mercurio, tras haber sido tratada de fiebres tifoideas contraídas ayudando como enfermera en Washington.

De hecho, sus crónicas de aquella etapa, publicadas en la revista Atlantic Monthly, y su novela "Moods" pronto llamaron la atención de editores y lectores. Louisa era profundamente humana y compasiva, tal vez porque el sufrimiento le resultaba familiar y cercano. Sus frases geniales se cuentan por decenas: "Hasta las personas más insignificantes ejercen cierta influencia en el mundo". Ella sigue haciéndolo desde hace casi dos siglos. Aunque eso sí, aún sigue siendo noticia que la novelista no se casó y consagró su vida a la literatura y al cuidado de sus familiares.

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