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Memorias de una joven fascista

Desviación, la visión de los campos de trabajo de una seguidora de Mussolini

Memorias de una joven fascista

En uno de los libros fundamentales del siglo pasado, Monsieur Teste, Paul Valéry cifró los poderes de la escritura, y también la condena que su ejercicio consciente acarrea, con contundencia: "Hay que entrar a uno mismo armado hasta los dientes. Hay que hacerse a uno mismo la visita del casero". Esta violenta y bellísima llamada al autoescrutinio parece haber guiado el empeño de Desviación, las memorias que Luce d'Eramo redactó durante casi dos décadas y en las que conjuró juventud y madurez, salud y enfermedad, teoría y praxis.

En febrero de 1944 una fascista italiana de apenas dieciocho años, hija de un dirigente de segunda fila de la República de Saló, huye de la casa de sus padres para viajar a Alemania y presentarse como obrera voluntaria en los campos de trabajo de la IG Farben. Su propósito es conocer de primera mano si las habladurías en torno al Reich y sus siniestras prácticas son ciertas. Dicho de otro modo: lo que la muchacha desea es poder refutar, gracias a su propia experiencia, las noticias que corren, incluso entre los adeptos a Mussolini, en torno al auténtico rostro del hermano nacionalsocialista.

Como se intuye, la decisión que pone en marcha Desviación es cuando menos sorprendente. Pues existe una gran literatura, por cantidad y calidad, que tiene como tema la realidad de los campos, pero no existen demasiados testimonios de dicha realidad narrados desde el punto de vista de un seguidor de la causa fascista. Desviación supone en el fondo, como su título insinúa, el desvío que una creyente se ve obligada a tomar cuando su fe se ve enfrentada a la verdad de un sueño que se desmorona. Y ese desvío, que no es nunca un atajo, sino todo lo contrario, un inmenso rodeo, compromete la vida entera de su protagonista.

D'Eramo es consciente de que la vergüenza es astuta, que se oculta tras el pudor y el silencio, y de que el olvido, como escribiría Marsé en Un día volveré, es una estrategia del vivir, pero también comprende que la única paz posible es la de la conciencia que no se engaña a sí misma. Desviación constituye un terrible expediente escrito contra las propias creencias, un informe despiadado acerca de las trampas de la vanidad y a propósito de las tentaciones de la autobiografía embellecida. Al operar con su vida como haría un patólogo, la escritora italiana no sólo arrebata al olvido las estancias cerradas a cal y canto por el oprobio, sino que revisita otras habitaciones que se suponían bien aireadas por la memoria.

El resultado es una pieza poderosa y por momentos hipnótica, que permite situar el conflicto entre el individuo y su época, o entre la historia y la Historia, en su justa medida. También un libro insólitamente crudo y a la vez rebosante de orgullo por los rubicones cruzados. Pues como la autora concluye: "Nunca me he comprado una buena conciencia social con las cuatro perras de una etiqueta ideológica".

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