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Música

Extraños monocultivos

Una perpetua foto fija de la cultura en Oviedo que no se corresponde con la actualidad

Hace unos días han estado en la ciudad, con enorme éxito de público, Les Luthiers. Durante varios días llenaron con su magnífico espectáculo el Auditorio Príncipe Felipe. Estamos ante grandes estrellas del humor y es lógica la intensa afluencia que debió rondar las ocho mil asistencias.

Ante semejante aceptación, LA NUEVA ESPAÑA publicó un interesante reportaje en el que empresarios de la zona y vecinos de la ciudad pedían más actividades culturales masivas, algo que, creo, compartimos todos los que creemos que una cultura pública, transversal y accesible a las mayores capas sociales posibles, ha de ser una seña de identidad de Oviedo.

Me llamaron, no obstante, la atención dos comentarios que pedían que se hiciese "algo más que música". Incluso se citaba el "monocultivo" musical en una especie de foto fija que se ajusta muy poco a la realidad cultural de la ciudad. Siempre me sorprende esa especie de fijación de la música clásica, una industria cultural con parámetros públicos, pero también privados que lo único que evidencia en su vigor es una tradición de siglos y una corpulenta demanda. Hagamos un somero repaso del último trimestre del año centrándonos exclusivamente en la programación municipal, es decir en las actividades que impulsa el Ayuntamiento a través de la Fundación Municipal de Cultura en los diversos escenarios de la ciudad. Entre septiembre y diciembre se podrá asistir a unas 37 proyecciones cinematográficas, a más de veinte obras de teatro -para todos los públicos, desde el adulto al infantil-, y a ¡seis conciertos de música clásica, tres de las Jornadas de Piano y otros tres del ciclo de conciertos!

Por supuesto en la ciudad hay más actividad y entidades que intervienen en la programación, por ejemplo la Orquesta del Principado con seis propuestas en el periodo analizado y luego el sector privado con su oferta sectorializada. A diario, por ejemplo, hay varias conferencias de manera simultánea en la ciudad. El Club Prensa Asturiana, de esta casa, incluso tiene hasta doble sesión. ¿Diríamos por ello que tenemos un monocultivo de conferencias, debates o presentaciones literarias? Todo lo contrario, es una riqueza que suma y aporta valor añadido. Dejo de lado, porque entonces la suma sería muy abultada, la "Noche Blanca" esa magnífica iniciativa que la pasada semana la galerista Lucía Falcón definía ya "como uno de los patrimonios culturales de la ciudad" y, por supuesto las decenas de actos que rodean a la entrega de los Premios Princesa de Asturias en los que la música clásica tiene una presencia minoritaria. Por lo tanto eso del monocultivo hay que hacérselo mirar.

Se explicaba el éxito de Les Luthiers en que combinan "música, narrativa y teatro". Asistiendo a la divertidísima "zarzuela náutica" "Las majas del bergantín" con la que abrían los argentinos su espectáculo, pensé que, precisamente, esa triple mezcla es lo que ofrece la zarzuela en los cuatro títulos que cada año ofrece en el Campoamor y ¡bien que algunos la demonizan!

No va a ser fácil ofertar mucho más que música en el Auditorio Príncipe Felipe. La razón es muy sencilla: no es un teatro. Es una sala pensada para la música, tanto la sinfónica o camerística como la amplificada. No tiene caja escénica y cualquier propuesta que requiera algo más que una luz fija conlleva un alto coste en adecuaciones técnicas. Por lo tanto, para los empresarios de la zona, bien les viene que haya mucha música en el Auditorio. Y para los de otras que se programe ópera, teatro, zarzuela, cine, danza y cuántas más disciplinas mejor en los teatros de la ciudad y también en un trabajo transversal que ha de agrupar a otros segmentos en los barrios o en la zona rural del municipio.

No hay duda que la música es una actividad señera de la capital del Principado. Es muy difícil para cualquier territorio destacar a primer nivel en una parcela cultural concreta. Oviedo lo ha conseguido y, de hecho, la lista de profesionales de la ciudad que están trabajando a nivel internacional es espectacular. No tiene punto de comparación con ninguna otra disciplina. Ello no significa, ni mucho menos, que estemos ante un monocultivo sino ante años de trabajo continuado por parte de muchas entidades que han sabido canalizar una demanda asentada y madura que, precisamente ahora, está en pleno proceso de renovación del público, sin duda uno de los grandes retos del futuro. ¡Más cultura, por favor y, también, más música!

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