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Arte

Hablando de fundidos a negro

María Jesús Rodríguez, Gonzalo Tena y Juan Pablo Villalpando en una exposición con el negro como motivo

"La noche en que encontramos una isla", de Juan Pablo Villalpando.

Qué interesante sería realizar una exposición como esta que comentamos pero respondiendo literalmente a la idea que la inspira: "Fundido a negro", sí, pero con connotaciones de valor absoluto. Por ejemplo representando a aquellos artistas que en el pasado siglo XX hicieron del negro -el llamado no color- la negación final de la pintura como conclusión de la larga búsqueda de la pureza estética absoluta. Estaría Malevich, claro, el cuadrado negro suprematista representando el grado cero, el mínimo esencial de la pintura. Otro, que podría dar más explicaciones, sería el norteamericano Ad Reinhardt, obsesionado por crear un arte que no estuviera viciado de significado alguno distinto de sí mismo, intentando para ello la "fusión" de dos paradigmas de la abstracción -la retícula y el monocromo- para realizar sus "pinturas negras"-, "las últimas pinturas que cualquiera podría hacer". Paso gradual de un plano a otro hasta el negro, ¿no? Luego, si se quiere, podríamos invitar a un francés, Pierre Soulages, con sus poderosas caligrafías de tanta fuerza expresiva y a Franz Kline de cuyos signos decían que eran ideogramas chinos, cuando en realidad representaban la superposición de puentes y raíles en el paisaje urbano de Nueva York. ¿Literatura? Sí, pero también historia de la pintura.

De dichos artistas podría decirse que de una u otra manera, para bien o para mal, el negro era consustancial a su pintura, inherente a su naturaleza, su modo de ser en el arte. Y algo parecido puede decirse de la obra de la ovetense María Jesús Rodríguez, si lo aplicamos a una etapa concreta de su creación plástica -que ahora retoma en esta exposición- cuando sus morfologías negras estaban entre el minimalismo y la etnografía, con sugerencias de columnas como trasunto de árbol o pizarras carboníferas, cartones que a veces se convertían en piezas de pared como en la bellísima abstracción de líneas, sombras, texturas, vibraciones y armonías tonales tan hermosas como en una de la obras que aquí la representan, demostrando su exquisita sensibilidad pictorícista, que debería cultivar más a menudo.

No se puede decir lo mismo de los otros dos artistas que le acompañan en esta "no colectiva", en cuya obra no tiene el negro importancia o influencia tan decisiva, más allá de que su función como soporte o superficie resulte adecuada o atractiva. Y es curioso que utilicemos estas dos palabras cuando vamos a referirnos a Gonzalo Tena (Teruel, 1950), destacado representante de lo que se llamó la pintura-pintura de los años 80 y en concreto, dentro del amplio marco de la abstracción, de la versión española de la tendencia francesa support-surface que preconizaba centrarse en lo más específico de la pintura, soporte, color y forma. Fundador del grupo y la revista Trama, con Broto, Xavier Grau y Carlos León, participó en colectivas históricas como "En la pintura", "10 Abstractos" o "Imágenes de la abstracción". Claro que, como sucedía en aquel tiempo con otros compañeros de generación, la fidelidad a las tendencias era relativa y la creación a menudo heterogénea, y de Gonzalo Tena se señaló una evolución hacia formas surrealizantes que podían recordar el magicismo de Joan Ponç, que de algún modo sería fácil evocar ahora.

En cuanto al tercer hombre, el madrileño Juan Pablo Villalpando, posee una notable capacidad para producir sugestiones estéticas con medios plásticos elementales, capacidad de síntesis que pone de manifiesto tanto en el dibujo y la pintura como en el grabado o la fotografía. Es también un escritor notable y en su obra, tanto plástica como literaria, tiene la virtualidad de trascender en el arte las dimensiones de lo íntimo con poética intensidad. En esta exposición juega a menudo con luces y sombras y lo negro es una metáfora de la noche. En todo caso, y por encima de fundidos, una buena e interesante exposición comisariada por Santiago Martínez.

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