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Arquitectura

La ópera de Vaquero

Los cincuenta años de la central de Proaza

Vaquero sobre Vaquero. Mapping de Joaquín Vaquero Ibáñez sobre la central de Proaza. R. R.

La central hidroeléctrica de Proaza, diseñada por Joaquín Vaquero Palacios, cumple cincuenta años: el proyecto se inició en 1964 para inaugurarse en 1968. Este año se está convirtiendo en el año de Vaquero, por una parte, se cumple el veinteavo aniversario de su muerte, ya que fue en el noventa y ocho del siglo pasado, a los noventa y ocho años, cuando aquel torrente artístico que fue envejeciendo con el siglo, nos dejó. La magnífica exposición que sobre su figura alojó la sala del ICO de la calle Zorrilla de Madrid, y que esperamos que se mueva para poder difundir más el disfrute de su obra, es otro de los hitos de este año de Vaquero palacios.

Resulta importante que una obra como la de Proaza cuente con el aprecio y el cuidado de su propietario. Una de las virtudes de ser arquitecto consiste en dejar construcciones que despierten sentimientos cuando tú te hayas ido. He visto muchas obras públicas preciosas destrozadas por nuevos gobiernos que no ven razón para respetar el legado que, de su propio partido o de otro, han dejado en forma de arquitectura en la ciudad sus predecesores. Sin embargo, en este caso, y pasando a otras manos la propiedad, todas las nuevas directivas recogen y cuidan el testigo dejado. Y es que, si en los orígenes la relación directa familiar con Hidroeléctrica del Cantábrico del autor hacía entendible este respeto, vemos cómo los nuevos propietarios cuidan y divulgan con igual ahínco su valor.

Allí pensaba yo, mientras escuchaba los discursos políticos y de dirección de la empresa, que el poder es algo más inestable que el agua entre los dedos (quizá Heráclito me envolvía tras volver a ver aquellos símbolos, algunos griegos, en hormigón), más inestable aún que la propia electricidad, tan difícil de conservar, siempre en movimiento. El directivo de la empresa que empezó hablando es portugués, porque el dominio era hasta hace poco luso. Pero sin duda él mismo estaba pensando en el accionariado chino, que ahora es mayor aún, y los que le acompañaban, que vienen de la época asturiana, seguro que tienen en la cabeza esta cascada de poder, estas muñecas rusas, cada vez mayores, que se comen a la anterior. Esta inestabilidad, esta sociedad fluida como el agua que dio origen a todo (y aquí Tales es literal), la tiene también presente el propio presidente de la región, ingeniero de minas de formación, que se preguntaba si hoy en día los ecologistas hubieran dejado a Vaquero construir esta obra que, cada vez más fuerte, seguimos aplaudiendo.

Recordaba también como viendo, en ese país que tanto quería el artista de Oviedo, las villas de Palladio del Véneto, comprobé que pasan de unas manos a otras, incluso americanos que las compran, pero al final Palladio, como Vaquero, permanece y a nosotros, como a los italianos de la terraferma, nadie nos va a quitar, nadie se va a llevar, esta maravilla de diseño. También dio su discurso Joaquín Vaquero Ibáñez, nieto del prodigio, que lógicamente habló de la "obra de arte total" y que además fue responsable del impresionante juego imágenes, de luz proyectada, sobre el edificio, envuelto en música que cerró el acto.

El concepto de "obra de arte total" se le atribuye a Richard Wagner, el Gesamtkunstwerk, y viene a cuento ya que además de esta labor de difusión y cuidado de la arquitectura de Vaquero, debemos de agradecer y mucho a la fundación EDP el ser antiguo y devoto aliado de la Ópera de Oviedo. Hace unos años tuvimos la oportunidad de disfrutar de El Oro del Rin, aunque aquí en Proaza vemos claramente que el oro de cualquier río es la energía hidroeléctrica. La novedad escénica que aportó aquella obra del ciclo wagneriano que a todos nos emocionó fue el mapping. Un maravilloso y grave Wotan ( TòmasTòmason) llevaba la lanza con una dignidad divina, como un Zeus, y se recortaba contra el fondo proyectado. Viendo las imágenes de rayos y del propio Vaquero, iluminadas contra el muro de hormigón, material que él dobló con su arte como si se tratara de papiroflexia, parecía que el artista se reía desde el cielo, viéndonos a nosotros como nibelungos oscuros que, en las profundidades de la tierra, entre las arrugas de estos montes, vivíamos de la extracción de la riqueza de Gea, y cuidando, tras cincuenta años, este cofre de hormigón, lleno de exquisitos diseños preciosos, que él nos legó. Pero cincuenta años son sólo el principio.

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