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MARTA SANZ | Escritora

"Hablo del cuerpo de la mujer como un papel en el que queda impresa la vida"

"El amor es uno de los lugares en los que mejor cristaliza la máxima de que lo personal es político"

Marta Sanz.

Con una docena de novelas, tres poemarios y otros tanto libros de ensayo Marta Sanz (Madrid,1967) es una de la autoras con mayor proyección pública del momento. Pero no siempre fue así, como muestra la doble vida editorial de algunos de sus libros. En Oviedo presentará mañana Amor fou, que tardó en ver la luz para su desesperación, y trae también bajo el brazo Monstruas y centauras. Nuevos lenguajes del feminismo (Anagrama).

-"Amor fou" tiene una presentación editorial cargada de dramatismo. "Esta es la novela por la que Marta Sanz estuvo a punto de dejar de escribir". Cuéntenos eso.

-Ese dramatismo responde a cómo yo viví los acontecimientos que rodearon a la no publicación del libro. Quizá otras personas hubieran logrado asumir los hechos con más sentido del humor. Escribí esta novela en el año 2004 con la confianza de que sería publicada, pese a la dureza de sus planteamientos ideológicos y literarios. Cuando viví la experiencia anómala de que las editoriales la compraban, pero no la sacaban a la luz, empecé a sospechar que llevaba años siendo una ingenua y que, si la literatura no era el lugar para expresar libremente mis incertidumbres, tal vez no merecía la pena escribir. Porque nunca me he ganado la vida escribiendo y, en ese sentido, no tenía por qué tener miedo ni hacer concesiones. Así que me replanteé muy seriamente abandonar este oficio que es a la vez una vocación. No pude hacerlo. Persistí. Para mí ese abandono habría sido dramático, aunque para el campo literario habría sido un suceso irrelevante. Sin embargo, lo que pasó con Amor fou me parece un síntoma de qué se entiende por literatura, de cuáles son las reglas del juego y de cómo en cada momento las variables para decidir lo que es o no es publicable van cambiando.

-¿El amor sirve para hablar de todo o es a la inversa?

-El amor es uno de los lugares donde mejor cristaliza la máxima, ahora tan utilizada, de que lo personal es político. Las relaciones de poder que establecemos en el ámbito sentimental reflejan violencias sistémicas. Los feminicidios podrían ser un ejemplo tangible de la anterior afirmación. Así que no sé si el amor sirve para hablar de todo, pero sí para aproximarnos con una mirada crítica a la realidad que vivimos.

-A "Amor fou" también se le atribuyen virtudes anticipatorias. ¿Usted olfateaba la gran regresión antes de que nos estallara en la cara?

-Me parece que en Animales domésticos, la novela anterior a esta de la que hoy hablamos, se barruntaba la crisis económica y la depauperación de las clases medias. En Amor fou se anticipaba lo que acarrean las crisis económicas. Lo que viene después u ocurre mientras las crisis. Lo que vemos ahora: las banderas, el patrioterismo, la represión, las mordazas, la justicia menos justa para las capas sociales desfavorecidas y estigmatizadas, el deseo de golpes de autoridad y la ley del más fuerte. Un ultraderechismo global que en el caso español se intensifica con los restos del óxido franquista. La aporofobia era una palabra que no existía cuando escribí esta novela. El año pasado se puso de moda. Sería por algo.

-¿El amor puede considerarse un elemento de sujeción de las mujeres, un obstáculo en su emancipación?

-En el caso de Amor Fou yo quería contraponer la imagen de un amor espectacular y publicitario, un amor histérico, en el que parece que si no te mueres de celos y no sufres no amas, a otro amor más lento y tranquilo, menos vistoso, pero más transgresor en su capacidad para trascender los muros de las habitaciones e impregnar las sociedades. Un amor menos egoísta y más solidario. Creo que el primer tipo de amor, el deseo de amar o de ser amada con ese amor histérico es, en efecto, un obstáculo para la emancipación de las mujeres y a veces un aliciente para que se desencadene la violencia machista.

-¿En "Amor fou" se hace más visible que en otras novelas su deuda con Rafael Chirbes?

-Tal vez con el Chirbes de Paris Austerlitz. Porque tanto en esta novela como en Amor fou hay elementos transgresores, crueldad y relaciones de poder, vinculados al erotismo, que provienen de los relatos sentimentales y cristalizan en nuevos relatos sobre el sexo y el amor.

-El lenguaje es el centro de sus novelas, todo se construye en torno a él, sin aceptar los condicionantes de otro artificios narrativos ¿es así?

-Sí, me parece que sí. Para mí, en literatura el cómo se cuenta es lo que se está contando. El estilo es lo que se cuenta. El modo de representación es lo que añade un valor nuevo a la representación: aquello que decía Magritte de que "Esto no es una pipa". Creo que la pipa de Magritte es una pipa, pero cómo está pintada es lo que le concede un significado y un lugar en el mundo. Con el lenguaje literario sucede lo mismo: a mí me gustan esos libros que, a través de las formas del lenguaje, hacen visibles las cosas pequeñas y comunes, definen los contornos de lo que no ha sido nombrado o ha sido nombrado con desinterés. Aspiro a trabajar con el lenguaje de modo que quienes leen mis textos tomen conciencia de que el lenguaje está ahí, es un filtro, pero un filtro que apunta hacia lo que está fuera de él: lo real. No me gustan los libros que crean espejismos, sino aquellos que se aproximan de un modo no escéptico hacia las palabras. Porque las palabras, en la misma medida en que están contaminadas y son insuficientes, también se impregnan de emociones o pensamientos reales que podemos llegar a sentir como verdaderos.

-El propio cuerpo aparece como otra pieza clave en su obra, la suya es una literatura muy física, como revelan los títulos de algunas de sus novelas ¿por qué?

-Porque soy una escritora. Me parece que el cuerpo de las mujeres siempre se ha representado en una versión o sexualmente fetichizada, o maternalizada. Se ha representado de un modo esencialista o simplificador que a menudo recurre a pares antagónicos: santa o puta, madre de familia o mujer fatal. Yo he querido hablar del cuerpo de las mujeres como un papel en el que se van quedando impresos los trabajos, los deseos cumplidos, las violencias, las frustraciones, la felicidad, la complejidad de cada vida. He aprendido mientras escribía que ese papel, que es nuestro cuerpo, pocas veces está en blanco: la cultura nos ha tatuado ciertos mensajes de los que debemos tomar conciencia y frente a los que a menudo nos rebelamos. En este sentido, el deseo también es fundamental: la reflexión sobre por qué deseamos lo que deseamos y por qué algunas veces nuestros deseos nos hacen infelices. El significado del amor en nuestras vidas del que hablábamos antes se relaciona con nuestro papel social tanto en el ámbito público como en el privado. Y todo ello, como diría Jeanette Winterson, se queda escrito en nuestro cuerpo.

-"El ser humano es su máscara", escribe en "Lección de anatomía". ¿Usted quiere desenmascarlo o detallarnos cómo se construye ese refugio frente al mundo?

-La mueca y la pose quizás sean signos de autenticidad. Instagram revela un estado psicosocial absolutamente auténtico. Por otra parte, las ficciones son verdad porque las metabolizamos y construyen nuestra mirada, el modo en que entendemos el mundo. El artificio y lo natural, lo vivo y lo pintado son las dos caras de una misma moneda. Por eso, creo que es muy importante reflexionar sobre lo pintado, su relieve, sus dimensiones. Para disfrutarlo y también para desarrollar un pensamiento crítico que nos ayude a intervenir en lo vivo que puede ser injusto o estar mal hecho. En todo caso, si somos nuestra máscara, cualquier intento de desenmascaramiento sería inútil. La máscara es el rostro y la esencia sería una falacia idealista. De lo que se trataría es de tomar conciencia de los materiales que nos sirven a cada cual para fabricar nuestra mueca. Saber qué materiales elegimos y cuáles nos vienen dados de serie para poder ponerlos en tela de juicio: por ejemplo, nos viene dada de serie la idea de que las mujeres nos frustramos si no cumplimos con el imperativo biológico de la maternidad. Yo pongo en tela de juicio ese elemento de mi máscara, que se relaciona con mi supuesta naturaleza inmutable, y me voy fabricando otra. Por debajo de la máscara, solo nos queda la fiera y la pura víscera. A mí me interesa, con todos sus defectos, la civilización y la crítica de la civilización.

Marta Sanz hablará mañana de "Amor fou" en El Manglar, en Oviedo. El acto comenzará a las 7.30 de la tarde y la presentación correrá a cargo de Alba González

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