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Música

Un año clave

El mundo musical asturiano atraviesa un preocupante estancamiento

El primer mes del año es momento adecuado para hacer balance y plantear perspectivas de desarrollo de las actividades más variopintas. La música, sin ir más lejos, puede ser una de ellas. El mundo de la música clásica asturiana es una de las industrias culturales que más trabajo generan en Asturias, sino la que más. Orquestas, coros, conservatorios, solistas y todas las disciplinas asociadas a la lírica movilizan miles de profesionales de alto valor añadido y generan recursos directos e indirectos en otros sectores económicos.

La pujanza de la música en el Principado es un hecho cierto y consolidado pero, en los últimos años, se percibe un decaimiento importante achacable a una inaudita atonía institucional, incapaz de valorar un recurso esencial que aporta riqueza a la región. Ante un sector de fuerte dependencia de lo público, en año electoral, conviene poner el foco en los programas electorales de los partidos en el ámbito cultural, habitualmente abandonado y arrinconado y con muy pocas propuestas sensatas.

La música clásica asturiana lleva varios años en el atolladero. La crisis ha dejado heridas muy profundas en todo el país, pero otros territorios han logrado salir adelante, aumentar presupuestos y apostar por nuevos proyectos. En Asturias, cero. Se produjo un ajuste muy severo y no se ha experimentado, desde hace tiempo, ni un solo movimiento hacia arriba. La situación en ciudades como Avilés y Gijón está bajo mínimos. Sólo la Orquesta Sinfónica del Principado salva los trastos con su programación. Aparte de esta presencia, el resto de iniciativas son muy modestas, con proyectos puntuales y de calidad artística digamos mediana. La propia orquesta regional atraviesa un momento delicado con cambio de titular y salida traumática del actual -qué curioso que los músicos protesten tan acaloradamente a un maestro que ellos mismos auparon con júbilo en su momento-. No parece que el Gobierno del Principado tenga mayor interés en la orquesta. No se promocionan giras, con todo lo que ello significa de exportación cultural de nuestra región, y la actividad ordinaria de la formación está condicionada a unas apreturas presupuestarias que lleva a que los músicos pasen bastantes semanas, dentro de la temporada, en sus casas sin actividad porque no hay dinero para pagar los conciertos. Este hecho debería abochornar a los responsables políticos del área cultural pero es algo que parece que no va con ellos. Mientras no exista un área dentro de la administración del Principado encargada de ordenar los recursos musicales de la región, no habrá forma de trazar proyectos conjuntos y de ir a metas ambiciosas.

Oviedo tampoco está para tirar cohetes. Se mantiene la actividad con cierta atonía. La ópera no logra incrementar recursos lo cual lastra sus objetivos de crecimiento y la música dependiente del ayuntamiento de la ciudad tampoco se mueve de las estrecheces económicas de la crisis. Sólo el público se mantiene fiel pese al maltrato institucional que sufre. Por ejemplo, los abonos y las localidades se sacan con muy poco tiempo, con lo cual apenas se puede planificar una compra adecuada, entre otras cosas. Insisto en que se precisa de colaboración institucional para el ámbito cultural en general y el de la música en particular. No se puede seguir maltratando a un sector tan relevante y es imprescindible un pacto transversal que articule políticas públicas sostenibles a medio y largo plazo. La cultura es una inversión que reporta mucho. Asturias se juega en estos meses dar un salto en los próximos años o comenzar el lento tránsito, como en otras áreas, al furgón de cola del país.

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