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JUAN MANUEL DE PRADA | Escritor

"Mi mujer me salvó de la autodestrucción"

"El ser humano siempre tendrá la necesidad de alimentarse de palabras que le hagan soñar y pensar"

"Mi mujer me salvó de la autodestrucción"

Dos películas míticas piden plano en la novela "Lucía en la noche". Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) lo desvela: "Vértigo", de Alfred Hitchcock, "puesto que mi novela, como la obra maestra de Hitchcock, retrata una obsesión amorosa que no se detiene ante la muerte", y "Ciudadano Kane", de Orson Welles, "pues la indagación del protagonista se sustenta en las declaraciones de diversas personas que conocieron al personaje cuya verdad se desea desentrañar". La novela (Espasa. 413 páginas. 21,90 euros) "transpira mi amor por el cine clásico; pero preferiría que me dijeran que he escrito una intriga que mantiene al lector en vilo hasta el final".

- ¿Ha sentido "Vértigo" con la novela?

-Siempre, cuando decido lanzarme a escribir una novela, siento el "vértigo" de la responsabilidad, y el "vértigo" de lanzarme al vacío, pues cuando uno empieza un libro, aunque sepa adónde quiere llegar, no sabe los vericuetos por los que habrá de caminar. Cuando se trata de una novela de intriga, como es el caso de "Lucía en la noche", el vértigo es todavía mayor, porque las piezas tienen que encajar, y yo siempre me lanzo a escribir sin tener muy claras las piezas ni los encajes. Pero luego la escritura impone una lógica interior en el relato.

- El protagonista de la novela es un escritor ante el abismo que triunfó muy joven y acaba renegando de sí mismo y de su oficio llegando a salir en tertulias. ¿Hay algo de usted en ese boceto inicial?

-Indudablemente, aunque en el sentido demasiado literal que algunos lectores pretenden. Alejandro Ballesteros es una proyección de mí mismo, con muchos elementos que no son míos. De algún modo, la imaginación del escritor actúa como la conciencia en el mundo de los sueños: toma elementos aislados y los entremezcla con otros de procedencia diversas, hasta conformar personajes y situaciones que aluden a nuestra vida, a la vez que la metamorfosean. En este caso, podría decirse que el protagonista es una versión exagerada de mí mismo, o más bien de un Juan Manuel de Prada de hace diez o quince años.

- El mercado editorial no sale bien parado en la novela. ¿Lo teme o le temen?

-No creo que sea para tanto. El protagonista se permite algunas bromas sobre su trayectoria literaria, a través de las cuales el autor se zahiere a sí mismo. Y el personaje del editor que aparece en la novela, Ramiro Cifuentes, es bastante positivo.

- ¿Lucía existe solo en su imaginación o ha conocido mujeres semejantes?

-Lucía tiene mucho de mi mujer, como Alejandro tiene mucho de mí. Y el procedimiento de elaboración del personaje es el mismo que el de Alejandro: la sublimación o cifrado de elementos personales. Pero es cierto que hay muchos guiños a nuestra relación en la novela. Mi mujer (la asturiana María Cárcaba) me salvó de la autodestrucción y me devolvió la confianza en mi vocación literaria. Fue "el agente secreto" de mi transformación.

- ¿Tenía el rostro de alguna actriz en mente al visualizarla?

-No, a ninguna. Además, aunque lo hubiese tenido sería un error revelarlo. Pues la magia de la literatura consiste en poner a los personajes que nos gustan los rostros que cada uno queremos.

- Aparece una escritora de personalidad compleja y adicta a las tertulias, de su misma generación, y no es un retrato muy halagador. Ya se imaginará que algunos nos imaginamos quién puede ser? ¿Naufragamos?

-Pues su imaginación es más calenturienta que la mía, entonces. Como sin duda sabe, el escritor, al componer sus personajes, realiza un proceso de síntesis, destilación, sublimación y esperpentización de elementos muy dispares. En ese personaje he querido condensar el fracaso que ha perseguido a muchos escritores de mi generación. No se corresponde con nadie en concreto, sino que junta elementos de muchos y de nadie. También, por cierto, algún rasgo mío.

- Si tuviera que hacer un tráiler, ¿con qué escena empezaría para dejar "encadenados" a los lectores?

-Empezaría como empieza la novela, con Lucía cantando "Hecha a la medida", la maravillosa canción de Mayte Martín. Y enseguida pasaría, en fundido encadenado, a la secuencia del accidente de aviación que desata la intriga. El accidente, por cierto, está inspirado en el de Spanair de 2008.

- Pero, ¿quién mató a la literatura en España?

-La quieren matar, en comandita, los mercaderes y la invasión tecnológica y el ocio digital. Pero, aunque tiene la muerte en los talones, permita que me ponga hitchcockiano como usted, la literatura se defiende como gato panza arriba. Tal vez porque el ser humano siempre tendrá la necesidad de alimentarse con palabras que le hagan soñar y pensar.

- ¿Cuál es la soga que le aprieta actualmente como ciudadano?

-Yo no me siento ciudadano, que es concepto político aciago que para mí significa esclavo. Como hombre, me aprieta la sensación de estar viviendo en el interior de una "trama" donde las versiones oficiales suplantan la verdad. Sobre esto también trata "Lucía en la noche".

- ¿Asistió a la manifestación PP/Ciudadanos/Vox en Colón?

-Sólo he asistido a una manifestación en mi vida, la contraria al aborto que se organizó durante la presidencia de Zapatero; y después de asistir me sentí estafado, pues quienes la jalearon mantuvieron el aborto en los mismos términos que Zapatero. Así que ya no voy a ninguna manifestación; pues ante todas me asalta "la sombra de una duda": ¿no me estarán utilizando para sus intereses partidistas?

- ¿Sería justo pensar que "Atrapa a un ladrón" encaja como un guante de "Marnie" en la política española?

-Pero esos ladrones son los "falsos culpables". Hay otros culpables que permanecen escondidos, a veces bajo máscaras buenistas, que son los que mantienen de rodillas a nuestras sociedades y provocan todo tipo de desmanes. A mí la corrupción política me parece un fenómeno subalterno y me preocupa poco; me preocupan mucho más quienes utilizan a los políticos corruptos para perpetrar desmanes y fechorías mucho más terribles: para desatar flujos migratorios, para provocar guerras, etcétera. En "Lucía en la noche" se toca esta cuestión.

- ¿Hay cierta "psicosis" entre los escritores veteranos con el cariño que dan las grandes editoriales a los que tienen más de cien mil seguidores en las redes sociales?

-Si es así, yo ni me he enterado. Pero yo con los escritores que andan en las redes sociales no me trato, somos "extraños en un tren". Lo cierto es que yo no pierdo el tiempo en esas bazofias pueriles, y mis editores también me tratan con cariño.

- Hitchcock inventó, o consolidó, el giro argumental con "Pánico en la escena". Su novela no se conforma con uno solo?

-"Lucía en la noche" guarda en su seno muchas sorpresas y giros inesperados, es verdad. Pero no los voy a revelar aquí, aun a riesgo de que nuestros lectores me tomen por "el hombre que sabía demasiado".

- ¿Qué "pájaros" sobrevuelan hoy la realidad española?

-Sobre la realidad española y, en general, europea, sobrevuela un "matrimonio original": la colusión del poder político y económico que han decidido aplastar a las naciones, en beneficio de la plutocracia transnacional.

- ¿Tiene algo la novela de "cortina rasgada" o de "ventana indiscreta" sobre su propia condición de creador?

-Todos, cuando escribimos, le decimos a nuestra conciencia: "Recuerda". Pero luego esos recuerdos los metamorfoseamos en el crisol de la imaginación, para que se conviertan en algo distinto a nuestra propia vida, aunque conserven algo de su sabor.

- ¿La literatura que se respeta a sí misma está "con la muerte en los talones" en España?

-La literatura que se respeta a sí misma es "la mujer solitaria" acechada por multitud de enemigos; pero de todos ellos sale victoriosa, porque siempre saben reconocerla y salir en su auxilio los buenos lectores.

- "Yo, confieso" que me he enamorado de su protagonista. ¿Y usted?

-Hasta las cachas. Su "inocencia y juventud" son irresistibles; su misterio nos envuelve y no nos deja permanecer al margen. Es un personaje del que me enamoré mientras escribí la novela; y no he logrado desde entonces sustraerme a su hechizo.

- ¿"Sospecha" qué va a pasar con Vox?

-Pues que, a medida que vaya subiendo los "39 escalones" que conducen al éxito, se irá volviendo más y más sistémico y contemporizador y decepcionando a sus votantes, como antes ocurrió con Podemos. Pero hasta entonces le aguardan muchos éxitos. La democracia es un sucedáneo religioso que sustituye la fe por la ilusión; y a la gente le gusta creer que los nuevos partidos no caerán en los mismos vicios que los antiguos.

- En Francia le consideraron "Un nuevo Grande de España" tras "Las máscaras del héroe". ¿Le perjudicó o le benefició generar tantas expectativas?

-A mí me aplaudieron mucho mientras consideraron que podrían moldearme y convertirme en un escritor sistémico. Pero, honestamente, creo que hoy soy un escritor mucho mejor que hace veinte años, con un mayor dominio de sus recursos y un mayor control de sus pirotecnias verbales, lo cual me ha permitido construir mucho mejor las tramas y los personajes. Pero ahora ya se sabe que soy antisistémico, así que nunca me aplaudirán los corifeos del sistema.

- "Mirlo blanco, cisne negro" ya nos presentaba a Alejandro Ballesteros en sus comienzos. ¿Cómo lo encontraremos o encontraríamos en una tercera entrega?

-No lo sé. Pero algún día tengo que escribir una novela sobre mis inquietudes religiosas; y, sin duda, Alejandro Ballesteros volverá a ser protagonista. Pero esta es una novela que tendré que escribí cuando sea viejecito. Entretanto, seguro que Alejandro Ballesteros tendrá otras salidas menos problemáticas.

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