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Música

Cuestión de género musical

El firme techo de cristal que aún pervive en determinados ámbitos de la música clásica

Mañana 8 de marzo es una cita imprescindible para poner el foco en la situación de la mujer en el conjunto de la sociedad y es también buen momento para reflexionar sobre su papel en ámbitos como la música clásica o la lírica, por circunscribirnos a dos ámbitos relacionados y con parámetros funcionales similares. En el mundo de los conciertos poco a poco la mujer se ha ido incorporando a las orquestas sinfónicas, primero de manera más tímida y ahora ya de forma decidida. Paulatinamente se va consiguiendo una paridad relacionada con el volumen de estudiantes de ambos sexos en los conservatorios. De hecho, las audiciones a las orquestas realizadas con cortina han sido decisivas al permitir la evaluación de la calidad del instrumentista sin valorar nada más que el fruto de su trabajo y no poder los tribunales juzgar otros aspectos al margen que, anteriormente, eran determinantes. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer en el ámbito de la dirección orquestal. Todavía se necesitan años para lograr estabilizar un número adecuado de directoras que trabajen al más alto nivel. La generación anterior que fue pionera luchó de manera tremenda para que se le hiciese un hueco en los circuitos. Muy pocas lo consiguieron y tuvieron que demostrar el doble que sus colegas masculinos para alcanzar cotas similares. Ahora, sin embargo, una nueva generación de directoras está pidiendo paso sin complejos y trabajando con intensidad desconocida. Algunas ya van accediendo a la titularidad de las formaciones e incluso están al frente de teatros de ópera. Algo inédito hasta el momento. También estos cambios vienen produciéndose en el ámbito de la composición, rompiendo barreras que hace pocas décadas taponaban a las creadoras en un mundo excesivamente cerrado y claramente machista.

Si bien en las orquestas estamos viendo una progresiva apertura y la normalización de las músicas en sus plantillas, no sucede lo mismo en los puestos de gestión. En las gerencias la presencia femenina es minoritaria y sucede lo mismo en el campo de la dirección artística de los teatros de ópera, en su mayor parte monopolizadas por hombres. La última batalla está en el campo de la dirección de escena. Hasta hace pocos años era una rareza encontrar mujeres en un sector clave en el desarrollo operístico. Con enorme lentitud se está afianzando una generación de directoras en un nicho de trabajo al que sólo llegaban a través del diseño de vestuario. Ahora ya hay escenógrafas y directoras de escena que están logrando estrenar en los principales teatros europeos, pero todavía son una minoría que, nunca mejor dicho, canta demasiado porque, curiosamente, no guarda relación con el volumen paritario que sale de las escuelas teatrales. Romper los techos de cristal, más allá de formulaciones teóricas, no se conseguirá mientras no se valore el mérito y el talento exclusivamente en función de su capacidad. No era así, y en algunos casos aún no es, en la sociedad y la música no ha sido excepción. Esperemos que el proceso de apertura que se viene experimentando se consolide y la presencia de la mujer en este ámbito cultural no encuentre cortapisas y pueda desarrollarse con idéntica vara de medir para la totalidad de agentes implicados en el proceso creativo.

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