Aunque una mayoría de relatos sobre la naturaleza están escritos por hombres, uno de los más apreciados es La montaña viva, de la escocesa Nan Shepherd (1893-1981). El volumen, que recoge diez años de andanzas por los Cairngorms, paraje de extrema frialdad del norte de Escocia, tiene una historia curiosa. Sheperd fue novelista de gran éxito entre 1928 y 1933, hasta que un día aparcó su pluma. Pasó entonces una década recorriendo los Cairngorms y sólo hacia 1945 comenzó a escribir sobre ellos, aunque la publicación de La montaña viva se retrasó a 1977. Después, se convirtió en una obra de culto. ¿La clave? La renuncia de la autora a concebir las montañas como una serie de cumbres por conquistar y su extraordinaria capacidad para establecer un demorado y amoroso diálogo espiritual con cada elemento de los paisajes que recorre.