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Arte

Menchu Lamas, buscando superficies, propiciando encuentros

La sugestiva inestabilidad y el amplio gesto de una compleja y ecléctica pintura siempre renovada

Obra de Menchu Lamas en la sala Gema Llamazares.

Menchu Lamas (Vigo, 1954) nunca deja de sorprendernos. Mantiene esa capacidad casi en cada nueva exposición porque su pintura posee la rara condición de poder mostrarse diferente siendo en el fondo igual a sí misma. Siempre hay en ella una identidad, un fondo, un rastro, un ser o una manera, en forma y color, que no desaparece por más que la artista se entregue, creando desde la libertad, a renovadas aventuras plásticas que pasan por una sugestiva inestabilidad errante de desplazamientos compositivos, fusiones o yuxtaposiciones de planos, formas y colores, alimentada por un inagotable repertorio de imágenes, sean elementos de lo humano, formas germinativas o franjas, círculos, siluetas, enigmáticas geometrías, gestos y manchas... una dinámica incansable de compleja pintura expresada con esquematismo y fluidez. Quizá sea, como escribió Fernando Castro Flórez, la búsqueda de superficies en las que se produzcan encuentros" ... o acontecimientos añadió alguien, lo que también podría decirse por ejemplo de la pintura de Xesús Vázquez o Uslé. Se llamó a su obra neoexpresionismo, porque ahí cabe casi todo, pero más bien es puro eclecticismo Menchu Lamas que adopta diferentes disfraces.

No siempre fue así. Recordarán sus inicios, tan recordados en la historia reciente de la pintura española, cuando perduraban en su obra las imágenes de la memoria fabulada atlántica, la iconografía de lo primitivo y mitológico, las mágicas morfologías de inspiración galaica, el home peixe o el hombre árbore. Podemos pensar que en la evolución de su pintura influiría la abstracción, singularmente la pintura de acción y sus grandes formatos, los gestos amplios ocupando toda la superficie pictórica, cosas quizá afines a su instinto pictórico. El caso es que de una u otra manera la pintura de acción acabó con la solidez totémica de aquellas emblemáticas imágenes.

Entonces el color puro, que ya contribuía a hacer tan bellas aquellas figuras pero que permanecía intenso entre los gruesos límites de la forma, derribó las fronteras de la línea y se derramó por todo el espacio inundándolo con multitud de formas arrastradas en su corriente. Se puede decir que en esa búsqueda de superficies para propiciar encuentros, el color tomó las riendas del gobierno de lo plástico, que se hizo en cierto modo menos picassiano y más matissiano, pero siempre inequívoco producto made in Menchu Lamas. Esa capacidad suya de sorprender a veces asusta un poco, desorienta el nuevo disfraz al principio pero, dejando pasar la sensación primera de agresividad que lo desconocido produce instintivamente, las superficies adquieren su cabal sentido y cada cosa ocupa su lugar en la vida de la pintura. Menchu Lamas no ha dejado nunca de ser una referencia importante en el arte español contemporáneo.

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