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El diámetro del miriñaque o por qué las mujeres no son genios

Cómo se nos ha transmitido el conocimiento científico

El diámetro del miriñaque o por qué las mujeres no son genios

Una ilustración nos muestra a una mujer esforzada por alcanzar, con los brazos extendidos, su telescopio ante un cielo plagado de estrellas; su obstáculo: el gran miriñaque. A través de trazos sencillos, Jacky Fleming (Londres, 1955), con su visión feminista y afilada, nos muestra las dificultades a las que se han enfrentado y enfrentan las mujeres.

La escritora y dibujante que en su día envió sus postales a mujeres de todo el mundo para remover conciencias, denuncia en El problema de las mujeres (galardonado con el Prix Artémisia Humour) la gynopía -invisibilización de las mujeres en la Historia- y la falta de conocimiento de aquellas que rompieron la esfera del "ángel del hogar" para seguir su propio camino. De manera sagaz, parte de la propia definición de lo que suponía "ser mujer" en una época en la que hombres "preclaros", como Darwin o Kant, exponían a viva voz que las mujeres que estudiaban corrían el peligro de volverse barbudas. Algo antinatural pues, como sabemos, las mujeres no poseen barba (ni de experto, ni de Dios, ni de sentido común) ni mucho menos pelazo de genio.

En esta obra visual y aparentemente simple de la nueva colección Contraseñas Ilustradas de la Editorial Anagrama, Jacky Fleming aborda la misoginia de una sociedad patriarcal que limita a las mujeres a ser segundas de abordo. Son seres que se cansan por sostener la pluma para escribir, por ser demasiado cloróticas y femeninas; son mujeres portadoras de un cerebro mínimo respecto al del hombre. Como todo el trabajo gráfico de Jacky, su séptima publicación nos regala imágenes inteligentes cargadas de humor feminista que remueve y conmueve. Destapa las falacias que han mantenido a las mujeres en la condición de subalternas. Las mujeres -incapacitadas para el estudio, presas de sofocos, con una visión nocturna pésima, alteradas por sus limitaciones y su naturaleza tendente a la glorificación ( Ruskin dixit) - son reivindicadas en este libro. A lo largo de 128 páginas, denuncia que la desigualdad histórica no es normal; que el escaso conocimiento de las mujeres está unido al principio de domesticidad. Esa domesticidad toma forma de miriñaque, de corsé, de gran abismo que sólo se rompe "por las malas"; una esfera que, como en la ilustración de la portada, engulle y aísla a las mujeres.

A través de su ácida visión no sólo aborda el inicio de las reivindicaciones feministas y la ruptura de la esfera doméstica; sino que aporta una reflexión absolutamente contemporánea sobre cuál es nuestro conocimiento histórico de las mujeres, cuántas han ocupado nuestras líneas de estudio. Y aún más, cuál es el modelo educativo y la orientación que damos a las chicas, carentes de referentes femeninos, plagados de sexismo. A lo largo de toda la obra se lee la importancia de conocer una genealogía que empodere a las chicas, que las haga continuar rompiendo estereotipos y tomando espacios.

En sus viñetas, de aire clásico inglés al estilo de las ilustraciones abolicionistas y sufragistas del XIX, la sátira de Jacky plantea una lectura profunda sobre las estrategias de las que se sirve el patriarcado para frenar a las mujeres en su desarrollo personal y político. Si sabemos poco o nada de Hildegarda de Bingen, de Marianne North o de N an Aspinwall, quizás debamos pensar por qué desconocemos la historia de la mitad de la población, cómo se nos ha transmitido el llamado conocimiento científico. A golpe de vista y produciendo una hilarante sonrisa, Jacky Fleming despierta toda una reflexión sobre los preceptos de género y el sexismo que operan en contra del principio de normalidad y justicia, tan querido y luchado por las mujeres.

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