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Bloc de notas

La novela que no escribió Pedro Mairal

En Maniobras de evasión, el autor argentino de La uruguaya cuenta su vida a pequeños y grandes sorbos

Se es escritor las veinticuatro horas. Por eso de la novela que no ha escrito Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) ha salido un ágil y divertido artefacto, compuesto de una serie de estupendas crónicas vitales, que se agrupan bajo el título Maniobras de evasión y que publica ahora Libros del Asteroide. Mairal es el autor, entre otras obras, de la madrugadora novela de éxito Una noche con Sabrina Love (1998 ), llevada al cine dos años después, y de La uruguaya (2016), con la que obtuvo el premio Tigre Juan. Las dos se leen apenas sin respirar, de un tirón, atrapan enseguida al lector: la historia de un adolescente de provincias que ve su vida cambiar cuando gana gracias a un sorteo una noche con una actriz porno, o la de un argentino cuarentón casado que viaja de Buenos Aires a Montevideo para recoger un dinero que le han enviado desde el extranjero y que no puede recibir en su país debido a las restricciones cambiarias. Una odisea a través del río de la Plata en busca de plata, del modo en que el propio autor se encarga de recordarnos.

La cosas que le pasan a uno, enseguida se traducen en una autobiografía. Pero las piezas de Maniobra de evasión no sólo permiten conocer la trastienda literaria y personal de Mairal, sino que confirman su capacidad de fabulación para enganchar a los lectores convirtiéndose él mismo en uno de sus personajes. El sobrino de Bioy, uno de los relatos, es la prueba del desconcierto que a él le hubiera producido el premio de su protagonista de Una noche con Sabrina Love. Mairal mantiene en un estado óptimo de forma dos de las grandes cualidades que deben acompañar siempre a un escritor: la memoria y la observación. La primera de ellas encierra esa tierna imagen familiar en Adiós, señora Ana, cuando escribe que el mundo pierde un poco de sentido desde el momento en que la madre de uno deja de mirarle. "Por eso estoy volviendo a escribir después de mucho silencio, para viajar de vuelta a su lado en el auto, y verla mirarme y reírse, una rubia hermosa en su verano largo, al volante, manejando con las ventanillas bajas, con el pelo suelto al viento". (pag. 85)

En ese caso son los veranos australes de Pinamar cuando, como cuenta Mairal, "era todavía un balneario chico, con calles de arena". En otros momentos pueden ser el rendido homenaje a las tetas de las argentinas, o el nostálgico recuerdo del culo de una arquitecta que en algún instante de su vida le sirvió para combatir el mono hormonal. O esa observadora y punzante radiografía de los cócteles que se convierte en una útil guía para escapar de las situaciones embarazosas o incómodas que surgen en ese tipo de encuentros sociales. O la incursión en el bajofondo bogotano, entre sicarios y puticlubs, en compañía de un amigo colombiano verraco que le dice que para llegar al paraíso es necesario atravesar antes el infierno.

Maniobras de evasión es un día o todos en la vida de Mairal, los textos que han quedado suspendidos de la memoria, otros que han sido imprimidos antes en publicaciones o divulgados en un blog, los que Leila Guerriero se encargó de que rematase para esta antología, y casi siempre el método de supervivencia que aplica para enriquecerlos. En definitiva, lo que un escritor es capaz de contar de la novela que no ha escrito, una sucesión de imágenes y de recuerdos, las tomas falsas: un libro que no exige ser leído teniendo en cuenta lo lejos que se sitúa la línea divisoria entre la ficción y la realidad.

El caso es que lo he pasado bien leyendo a Mairal, como ya ocurrió con algunas de sus novelas.

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