La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arte

Teresa Villamea y la naturaleza secreta de las formas

Desde la suspensión en la contemplación de una nube a la expansión de las raíces subterráneas

Obras de Teresa Villamea en la galería Alfara.

Hace un año, Teresa Villamea presentó una exposición en Oviedo de condición neorromántica y, aunque figurativa, de paisajes delicadamente esencializados y de poética plástica más metafórica y conceptual que representativa. Una serie de especial atractivo, "Tiempo en suspensión", aludía al paso de una nube por el cielo contemplada, tumbada boca arriba sobre la hierba de su huerto, por una niña, la propia artista. Un año después de tan tierno idilio, nos llega una nueva exposición de la misma pintora en la que ahora se expresa mediante una estricta abstracción protagonizada por intrincadas redes de líneas negras que ocupan toda la superficie del cuadro en sugestiva diversidad e interactuando con diferente tratamiento cromático, en intensidad y presencia de texturas (no cito la inclusión de tres o cuatro pinturas desafortunadamente figurativas que no sé qué pintan en la muestra).

Es lógico que ante cambio tan repentino, el espectador que siga a Teresa Villamea se extrañe. Y más a quien intente sintonizar de alguna manera con el pensamiento de la artista en relación con dicho cambio, a partir desde luego del hecho de que la creación estética es una afirmación de la autonomía del autor y eso, en cualquier caso, se respeta. Pero siendo un acto de raíz tanto intelectual como emocional, sería interesante saber en qué medida influyó en él cada una de esas facultades y hacia dónde podría dirigirse ahora esa que en el catálogo se llama "Pintura en expansión".

Podemos desde luego intentar el análisis de lo que ahora vemos, sin olvidar lo anterior y especular sobre alguna teoría que aparentemente pueda resultar lo menos inconsistente posible. Para empezar, situar la actual pintura de Teresa Villamea en la abstracción moderna, la neoabstracción, también llamada redefinida o adjetivada o, mejor en su caso, la abstracción "ambigua". Eso quiere decir que cualquier adscripción al informalismo abstracto, matérico o no, cualquier relación con el automatismo gestual, explosivo, instintivo, pasional, queda descartada. Porque no se puede inventar un impulso, la pasión repentina que conduce al gesto, como tampoco se puede inventar una nostalgia, como la que protagonizó su anterior exposición. Creo que su abstracción es pura, meditada, construida e inspirada en la naturaleza, no se debe olvidar que la abstracción moderna nace precisamente de una abstracción de la naturaleza. Entiendo que ese podría ser precisamente el vínculo, el hilo conductor entre las dos exposiciones, la naturaleza representada en esta última por la compleja red de líneas negras (nada que ver con las "marañas" de Elena Rato), que sería forma significante de esas raíces vegetales, plantas rizomatosas, que se extienden horizontalmente bajo tierra, quizá la misma sobre la que se tumbaba la niña para ver pasar la nube, expandidas como ahora la propia pintura.

También podríamos pensar que esta obra tiene más parecido con la pintura caligráfica china, en su suntuosidad y ritmo, que con la "action painting" y emparentarla entonces con la Escuela Yi, referente de la moderna abstracción en aquel país, sublimación de las formas de la naturaleza por el arte, en la busca del camino, y citar a Qui Shihua: "Cuando pinto no pienso en la composición ni en la temática, dejando que el alma vague por las obras como si fuera la sombra de una pensamiento". Y es que la naturaleza secreta de las formas tiene estas cosas.

Compartir el artículo

stats