Es posible que el neoyorquino Stephen Dixon (1936) sea el más relevante de los narradores estadounidenses apenas conocidos en España. De hecho, sólo una editorial, la argentina Eterna Cadencia, se ha propuesto, y no hace tanto, verter su obra al castellano. De Dixon conocemos los volúmenes de relatos Calles y Ventanas, así como su angustiosa novela Interestatal. Pues bien, estas Historias tardías con las que se prosigue la singladura participa de ambos géneros. Por un lado, parece que el lector esté en presencia de 31 relatos protagonizados por un escritor, viudo reciente, y por su memoria casi invernal. Pero por otro, es toda una novela en escenas lo que desfila ante sus ojos. De modo que Historias tardías explora formas de conducir relatos que deben converger en un fresco único. Y lo hace con una gozosa maestría, edificada en las arenas movedizas de la madurez avanzada. El rastro de la vida a los 80 años.
