La cultura, querido Robinson es el mensaje apasionado y apasionante que el periodista y escritor Guillermo Busutil lanza en una botella de papel en busca de viajeros que se sientan náufragos en un océano digital donde prima el consumismo de agendas banales y se tiende a la exclusión de los demás. Ahí entra en acción (y en emoción) este tratado de enseñanzas y devociones con la cultura como brújula que indica siempre el norte del pensamiento libre y en permanente estado de ebullición. Busutil deja bien claro que "en este libro reivindico que la cultura es una actitud, una conciencia y mirada frente al ruido, las fronteras y las exigencias de lo real que tantas veces se desliza hacia la posverdad. Acercarnos a ella, en lugar de despreciarla como hacen los políticos y una parte importante de la ciudadanía, es un goce que enriquece los sentidos, favorece la independencia emocional y estética del pensamiento, y nos enseña a saber qué nombran las palabras, qué dicen las imágenes, qué susurra y grita a diario la ciudad. Todo lo que la literatura, el arte, el cine, la música y el teatro nos descubren acerca de la naturaleza humana y del abismo o la magia de un instante".
Los periodistas culturales, apunta Busutil, "cada vez más aislados y en precario, son los detectives que indagan sobre estas cosas y a la vez nos traducen su valor para nuestra vida. Su labor, especialmente en provincias donde hay grandes profesionales, también la reivindica este libro para romper la prepotencia de las capitales epicentro sobre las periferias, y que la cultura sea de verdad transversal, igualitaria y respetuosa con el talento sea de dónde sea".
Viajar por este libro permite acceder a un mapa "de islas hermosas, de robinsones, de mujeres y hombres que se han convertido en empresas de sí mimos para crear, transmitir y compartir la cultura y todas sus manifestaciones. Espero que sus páginas y su lectura contribuyan a que la cultura vuelva a ser un oficio de vivir". Tantos remolinos de egos sin legado, tontas borrascas de realidad aumentada que jibariza mentes y nubla entendimientos como cantos de sirenas que conducen a las rocas de la falsedad, donde la mediocridad y lo superficial (lo efímero como señal de identidad perdida) toman al mando a distancia. Y frivolizan al tiempo que deshumanizan. Los textos de Busutil se lanzan con prosa bella y precisa al abordaje de la literatura, el arte, el cine, la música o el teatro. Nada que nade en las olas de la creatividad le es ajeno porque en ellas encuentra un puente que conecta con lo más profundo y perdurable de la naturaleza humana. La cultura como refugio de enseñanzas y, también, como ventana abierta al placer de abandonar las celdas del tiempo impuesto para invocar el silencio elocuente y retador que ilumina el camino hacia la esperanza, la concordia y el coraje de vivir.
