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La pasión por el terror vuelta horror a la violencia

La brasileña Ana Paula Maia se dice enamorada de lo terrorífico. Tal vez por eso su obra escruta los filos que más pavor le dan. La muerte, por ejemplo. O la violencia. Ocurre además que Maia (1977) -es su vía a la excelencia- prefiere mostrar a explicar, dejándose arrebatar a veces por ráfagas de lirismo. Le pone más seducir que convencer. Y eso es lo que, rematadamente bien, hace en Entierre a sus muertos, tercera entrega del ciclo que inició con De ganados y de hombres y siguió con la multipremiada Así en la tierra como debajo de la tierra. Primero fue un matadero y un aturdidor de reses, Edgar Wilson. Después vino una cárcel construida sobre un cementerio de esclavos. Y ahora, otra vez Wilson, quien, dejado el matadero, levanta de cunetas y calzadas cadáveres de animales. Hasta que se tropieza el balanceo de una ahorcada y la historia se dispara.

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