La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cómic

Cuando Ana Miralles encontró el unicornio

Se recopila en un tomo, veinte años después, la trilogía del cómic basado en el premio "Planeta" de Juan Eslava Galán

Cuando Ana Miralles encontró el unicornio

Merece la pena volver a buscar el unicornio 20 años después con Ana Miralles (Valencia, 1959) y su pareja Emilio Ruiz (Santander, 1960). Astiberri recopila en un tomo esta historia que fue desarrollada en tres álbumes y que adapta al cómic En busca del Unicornio, la novela con la que Juan Eslava Galán ganó el premio Planeta en 1987.

Es una gran aventura viajera del siglo XV para traer del confín de África el cuerno de un rinoceronte que curara los problemas de impotencia del rey Enrique IV de Castilla. La interminable exploración por tierras "de moros y negros" deriva en tragedia para los protagonistas que se situaron en el lado de la lealtad. Hay muchas peripecias, algunas enseñanzas morales, bastante humor, algo de erotismo, mucha crueldad, media docena de personajes bien definidos en lo que también es el periplo historietístico de Ana Miralles desde Eva Luna a Djinn.

Esa transición es importante porque Ana Miralles -tres premios Haxtur en 1993 y 2003, y primera mujer a la que se concede el gran premio del Salón de Barcelona en 2009- es la mejor historietista española de su generación, de las anteriores y, por ahora, de las siguientes. Sobresale en todas las artesanías de este arte -el dibujo, la tinta, el color- y compone viñetas y narra secuencialmente con rigor.

En estos álbumes Miralles confirma todo lo que apuntaba hasta entonces y afianza lo que vendrá. Al erotismo que tanto agrada a Eslava Galán le da una sensualidad nueva, menos basada con figuras menos estereotipadas. La artista le dijo al crítico Florentino Flórez, comisario de su exposición "A flor de piel", que en esta obra aprendió a dibujar hombres.

También trabajó mucho mejor las expresiones faciales en los primeros planos y las poses corporales. En muchas viñetas se ve la influencia de la expresión corporal clásica, pictórica y teatral de Hal Foster y su Príncipe Valiente. Al acabar la trilogía, Miralles dibuja todo: los animales, los paisajes, los interiores, el día, la noche y sobresale en su paciencia para los primores en la ambientación y el color. La historietista encontró su unicornio. Este viaje exótico en busca de un afrodisíaco le garantizó Djinn, una obra de sensualidad y exotismo que desarrolló durante 15 años en 13 álbumes escritos por Jean Dufaux (Ninove, Bélgica, 1949).

La historia está escrita con textos que remedan un castellano del XVI sugerente y convincente. Se inicia con el tono animoso de los relatos de aventuras y viajes. Los protagonistas parten de la ingenuidad y el viaje les va dando experiencia y envenenando con amargura hasta arrancarles cualquier felicidad y esperanza. El comienzo alegre, mordido por la crueldad, las traiciones y las fiebres, acaba en final trágico. Tampoco lo hace de la mejor manera en términos narrativos. La adaptación se hizo en 3 álbumes de 48 páginas y le habría venido mejor uno más, tanto para afinar mejor el momento del hallazgo del rinoceronte como para despedir menos abruptamente a los personajes que se mueren de golpe y para hacer todo el viaje de regreso, sincopado, lejos del clímax del trabajo bien hecho que alcanza en el segundo tomo, donde los hechos están mejor escenificados y los textos y los silencios, mejor distribuidos.

En los avatares de Juan de Olid, Andrés, de las Asturias de Uvieu,(en la edición francesa vasco porque no se conocen las Asturias) Paliques, el traductor judío de la escuela de Toledo y el cura Jordi hay varios momentos para el humor que compensan la crueldad o la subraya. Es memorable cuando "El mudo", así llamado por callado y pensativo, herido de muerte en una batalla entre negros, pide confesión y atosiga al cura para que le explique el misterio de la Santísima Trinidad, porque no se quiere ir sin entenderlo.

Un poco como la historia que cuenta, el viaje artístico de Miralles y Ruiz fue pasó de lo que confesaron como una época feliz al descontento por la forma en que se editó entonces. Miralles se dio un año para pintar bodegones a la acuarela antes de rentabilizar su hallazgo del unicornio en Djinn.

Compartir el artículo

stats