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Tinta fresca

Eva Guillamón asume el riesgo

Quiero oírte decir mi nombre conecta con la esencia principal del ser humano en textos llenos de vida

Eva Guillamón asume el riesgo

Quiero oírte decir mi nombre desarrolla con acierto y belleza poliédrica un yo poético que se vive no a través del tiempo sino de la emoción. Eva Guillamón sabe que salir a buscarlo "conlleva riesgo. Si el riesgo es posibilidad, el peligro está más cerca de la probabilidad. Exponerse es un riesgo del que yo me hago cargo, porque creo que es un acto de responsabilidad intrínsecamente relacionado con el hecho de escribir. Pero del peligro no me hago cargo. Rechazo la idea de que el peligro nos acecha constantemente. Para mí lo más peligroso es dejar de vivir lo que yo quiero y elijo, y permitirnos cada vez menos cosas por miedo a que nos ocurra algo. Yo quiero que me ocurra algo. Que me ocurra la vida, y asumo el riesgo. Vital y poéticamente".

Estamos ante una autora que considera que "la poesía está a salvo del tiempo, porque conecta con la esencia más principal del ser humano, que por mucho que cambie siempre va a ser humano. No toda la poesía, por supuesto. Te diría la buena poesía, pero sería como no decirte mucho, porque bueno o malo no suele ser un límite donde nos pongamos de acuerdo. Hay grandes poetas de la literatura universal que no me dicen nada. No hablan de mí. En cambio hay poesía que lleva acompañándonos minuciosamente, a mí también, desde hace tanto".

¿Cómo sabe la escritora cuándo un verso alumbra la emoción verdadera? "Porque lo recuerdo. Se queda palpitando constantemente. Aparece en momentos inesperados, y ahí sé que he entendido algo de la naturaleza más o menos invisible de lo que somos. Hay imágenes que se imponen incluso por encima de la técnica o las formalidades de toda disciplina. Y no se van, por mucha teoría que se les eche encima".

Las huellas favoritas que le gusta seguir son "situaciones que me atraviesan, personales y políticas. Las sigo para entender su mecanismo. El mío como persona y el de la sociedad en la que vivo".

En 2017 estrenó en el Teatro Real "Somos Naturaleza", "una cantata infantil donde la última pieza decía: 'somos piezas del planeta / partes de una cadena / nuestra casa es la tierra / somos naturaleza'. Yo me siento parte de la naturaleza, igual que mis riñones o el esternón lo son de mi cuerpo. Entiendo que el ser humano haga gala de esa soberbia que nos ha permitido llegar hasta aquí y organizar un planeta a nuestra entera disposición. Pero negar que a esta altura es fundamental encontrar una manera sostenible de estar en el mundo, me resulta tan ridículo como cuando hace años algunos aseguraban que la Tierra era plana".

La poesía y la música son idiomas distintos "que pueden encajar muy bien, pero que no se necesitan el uno al otro. Yo escribo mucha poesía para ser cantada, principalmente para mi grupo, Dúa de Pel, pero también para otras intérpretes. En ese caso trabajo la musicalidad de manera diferente, porque las palabras van a vivir en un ecosistema distinto, el de la música. La música aporta dinamismo y emoción; el papel, solemnidad y silencio. La música hace volar a la poesía, pero le quita profundidad".

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