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Tinta fresca

A primera vista no parece amor

Gente normal es una excelente novela sobre dos seres en plena revolución de hormonas y neuronas

A primera vista no parece amor

Apariencias engañosas: parece, a simple vista, una novela de corte y rasga romántico sobre chica y chico en el remolino de sentimientos y emociones que traga los equilibrios en las edades tempranas. Tan traicioneras ellas en cuando se desbordan las aguas de la impaciencia, el desorden y la confusión. Pero Gente normal es mucho más que un tratado de afinidades puestas a prueba, colisiones de piel y ruinas en estado de alerta roja. Es, en primer lugar, una novela escrita con una soltura, un brío y un ritmo de hechuras literarias magníficas. Y, después, es una obra que se acerca a sus personajes con una sutileza admirable para que podamos (intentar) comprender sus acciones, sus reacciones y sus desplantes. Siendo una mirada sagaz y tensa a los conflictos amorosos que se solapan con las turbulencias propias de cualquier camino iniciático, el libro de Sally Rooney, con excelente traducción de Inga Pellisa, no esquiva ninguna de las situaciones habituales que se pueden dar, y se dan, en cualquier retablo de amores inestables, pero la forma en la que se narra esos momentos, con la mirada de la autora sobrevolando y al tiempo penetrando en todo lo que implica enamorarse y rendir cuentas a una sociedad hostil, es de una veracidad asombrosa. De ahí que Gente normal rezume credibilidad por los cuatro costados y que todos sus personajes ofrezcan -incluido el más oscuro de todos, un hermano que mete miedo- una matizadísima semblanza de puntos fuertes, zonas oscuras y fuentes de luz cicatrizadora.

¿Quiénes son Marianne y Connell? Dos compañeros de instituto que parecen ser agua y aceite. Imagina: él es popular y ella permanece al margen de todo. De todos. Simulan ser opuestos porque, en realidad, son selectivamente afines. Ella es niña rica y él es el hijo de la mujer que limpia su mansión. ¿Cenicienta al revés? Ni por asomo. Son amigos, confidentes. En cierto sentido nada común, cómplices. Compiten entre sí como inteligencias notables que son, disienten y sienten en paralelo hasta que un día se cruzan sus cables. Y la amistad pasar a ser otra cosa. Rooney aplica una estructura de saltos temporales amplios y concienzudos para seguir el rastro de la pareja, y ante el lector se va tejiendo una telaraña vital cada vez más tupida y compleja. Seres contradictorios, esquivos, radiantes por momentos y tenebrosos de vez en cuando, Marianne y Connell se aman, se separan, vuelven, se revuelven? Y cuando parece que es ella la que va a ordenar y mandar en la narración, de repente algo sucede y es él quien se convierte en el centro de atención, con la misma cantidad de matices psicológicos y pliegues emocionales. Gente normal habla de tú a tu al lector para explorar los siempre movedizos asuntos de la cotidianeidad más extraordinaria, aquella que nos define o redefine a lo largo del tiempo y sus circunstancias entre silencios y heridas, deseos y renuncias. Caos y lujuria. Y decisiones que, tal vez, sean una inestable tabla de salvación cuando el amor y la bondad acuden al rescate.

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