El sufrimiento de saber
que nunca volverás a amar
Eso es el infierno
Apartir de este epígrafe de Dostoievski, la mayúscula novela las brujas (así, en minúscula) de Celso Castro narra en primera persona, "como todos 'los relatos del yo' el crecimiento de un narrador maltratado por su familia, en parte por el parecido físico, y gestual, con el padre que los abandonó. Su madre y su hermano mayor mantienen una relación muy íntima de la que es apartado, incluso dentro de su casa, en la buhardilla que llaman el Palomar".
Su relación con Lorena, "hija de una bruja que lo amamantó, y por lo tanto -hermana de leche- pasa por muchos altibajos, debido al rechazo del narrador, aunque la fascinación que ejerce sobre él, la fuerte personalidad de Lorena, siempre acabe atrayéndolo".
Al igual que el resto de los relatos del yo "esta novela es profundamente autobiográfica. Los personajes son reales y se van desarrollando a través de las páginas: la bruja que amamanta al narrador, su casa, el consultorio donde recibe a sus clientes. Su hija Lorena que avergüenza al narrador en su infancia, con sus vestidos largos y raídos. Ricky el cojo, que consume y distribuye todo clase de sustancias psicotrópicas, y que es un personaje recurrente en mis novelas".
En definitiva las brujas trata de "la incapacidad de amar, y de ese esforzado y largo proceso hacia el amor y la normalidad, un proceso de habituación constante e interminable, como puede apreciarse en el último diálogo de la novela, cuando el narrador le dice a Lorena:
'-yo lo único que quiero es... ser normal... sólo eso... ser normal y nada más...
-ya, es lo que queremos todos...'
las brujas es una nueva exhibición del poder narrativo de Celso Castro, que ya conocíamos con obras como entre culebras y extraños (2015) y sylvia (2017) (así, sin mayúsculas, como hace el autor en sus textos). La historia se desarrolla en La Coruña en unos tiempos que bien podrían considerase actuales. Al fondo, las drogas en la juventud -el hachís y el estramonio en este caso- y la búsqueda incansable y al tiempo fatigada de un camino más forzado por las circunstancias que por voluntad propia. La condición (¿rendición?) humana en estado impuro, en estado de excepción, en excepcional crónica literaria de un escritor que siempre va al grano, que no se va por las ramas y relata sus historias con astillas directamente extraídas esa zona invisible que solo la literatura, la buena literatura, puede aspirar a comprender y descifrar. Con un estilo inconfundible en el que lo poético puede cruzarse con la crudeza sin odiarse y estableciendo intensos vínculos con una realidad tan veraz como emocionante, las brujas proporciona el placer de leer una obra audaz y llena de pliegues narrativos que no conceden tregua.
