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HISTORIA

Neutralidad y guerra de palabras

José Luis Agudín analiza los cruces entre germanófilos y aliadófilos en Asturias entre 1914 y 1920

En fecha tan temprana como 1915 publicaba en Barcelona la escritora y grafóloga Matilde Ras sus Cuentos de la guerra. La postura de la autora en ese libro, como la de buena parte de la intelectualidad del momento, es aliadófila, puesto que ya desde las primeras páginas indica que "son cuentos inspirados en la desgracia y el heroísmo de Francia". Debido a la Primera Guerra Mundial la opinión pública en España se vio, como tantas otras veces antes y después, partida en dos. El estigma de Caín brotaría a caño roto a partir de julio de 1936, pero ya antes se podía apreciar esa división entre conservadores y progresistas, entre autoritarios y demócratas, entre quienes abogaban por el cambio y quienes querían que todo siguiera igual.

España permaneció neutral durante la Primera Guerra Mundial, pero la intelectualidad del país se dividió: por una parte estaban los germanófilos, partidarios de las potencias centrales, que en líneas generales solían coincidir con los partidos y la prensa conservadora; y por otro estaban los aliadófilos, partidarios de Francia e Inglaterra en el conflicto. Teníamos conocimiento de esa división y en los últimos años se han hecho bastantes análisis del impacto de la Primera Guerra Mundial en España, pero no conocíamos hasta qué punto esa división se produjo en Asturias y cómo se llevó al seno de la opinión pública, es decir, algo más allá de las élites intelectuales y urbanas. El joven investigador José Luis Agudín Menéndez (Cangas del Narcea, 1992) nos guía por ese mundo intrincado y proceloso que fue el de la recepción de la Gran Guerra en Asturias. Agudín, tomando prestada una expresión que el médico Carlos Martínez dejó escrita en Al final del sendero, su libro de memorias, nos habla de "una guerra civil incruenta" por la virulencia que tuvo esta división entre aliadófilos y germanófilos. Realizando un pormenorizado análisis de la prensa regional -"El Noroeste", "El Comercio", "El Carbayón", "Hispania", "El Pueblo Astur"- e incluso local -"El Narcea", "El Distrito Cangués"-, puede extraer conclusiones sobre este enfrentamiento que ponen en sintonía la situación de Asturias con lo que sucedía en el resto de España.

En palabras de Agudín, "Asturias, en los primeros momentos del conflicto, sufrió ideológicamente las diatribas entre germanófilos y aliadófilos. Y también en la prensa se comenzaban a vislumbrar posicionamientos evidentes, aún sin el estigma de financiación extranjera." Esa división se sufrió no solo a nivel intelectual, sino también en espacios de sociabilidad como "paseos, bares o cafés". A nivel de prensa, en esta división "El Noroeste", en estos momentos afín al reformismo de Melquíades Álvarez, se posicionaría a favor de los aliados; mientras que "El Carbayón" de Maximiliano Arboleya lo haría a favor de las potencias centrales.

En cuanto a la división por partidos, al igual que en el resto de España, los carlistas y tradicionalistas, encarnados en el estudio de Agudín por la figura de Juan Vázquez de Mella, se posicionaron como germanófilos, mientras que el Partido Reformista, el Partido Socialista y su órgano sindical, el SOMA, así como los anarquistas, se mostraron favorables a las potencias aliadas, aunque con diversas casuísticas y gradaciones.

Esta monografía va asomándonos con soltura a la realidad asturiana durante la Primera Guerra Mundial y realiza algunas "catas" en el ámbito local, específicamente en Oviedo, Gijón y Cangas del Narcea (en aquel momento Cangas de Tineo). La neutralidad fue una bendición para el crecimiento económico de la minería y la industria regional, pero esa neutralidad, como indicó el algo excesivo Miguel de Unamuno en 1915 y como se deduce del estudio de Agudín, no era tan neutra, puesto que "en rigor, no hay neutrales. Todos estamos en guerra. No hay más que diferencias de grado".

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