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Todos los héroes

En recuerdo y reconocimiento de quienes en los últimos años estuvieron con el Oviedo en los momentos más difíciles

Los héroes del ascenso fueron aclamados por las calles de Oviedo en un merecido homenaje popular a una plantilla y a un cuerpo técnico que el miércoles cerrará en el Tartiere una temporada inolvidable. Pero en el autobús descubierto, en el balcón del Ayuntamiento o en la plaza de América no estaban todos los héroes azules que nos han traído de vuelta al futbol profesional. Porque entre ellos, además de Esteban, Egea o Linares, también hay que contar a todos aquellos que no abandonaron al "Oviedín" cuando cayó al pozo de Tercera y fue masacrado a diestro y siniestro para forzar su desaparición. Hay que incluir también a los aficionados que renovaron el carnet de socio en aquel fatídico 2003 y que se emocionaron con el gol de Killy al Mosconia casi tanto como con el de David Fernández en Cádiz.

También son héroes de este ascenso los futbolistas de aquel primer año en Tercera, esos que salieron a hombros del campo tras haberse dejado la piel y no poder eliminar al Arteixo en una de las noches más emocionantes del oviedismo. Héroe de este ascenso es también Antonio Rivas, que reconvirtió un urinario en oficina para armar de la nada al equipo que se enfrentó y superó a aquel triste "engendro" que fue creado para aniquilarnos. Y también son protagonistas del éxito que hoy festejamos todos los dirigentes y técnicos que, con sus limitaciones, aciertos y errores trabajaron honradamente para que este club saliera adelante.

Del homenaje y del paseo de campeones no deben quedar excluidos los oviedistas que un día limpiaron a paladas la nieve del campo, para que el equipo pudiera jugar un partido de liga ante el Langreo. Ni todos esos aficionados que no dejaron de acudir al estadio en esta década negra, soportando gélidos inviernos, tanto meteorológicos como deportivos, en los que se acumularon derrotas sonrojantes y ridículos que ni en sus peores pesadillas pudieron imaginar. Nunca renegaron de sus colores, como tampoco lo hicieron las miles de personas que acompañaron al equipo en sus desplazamientos. Lo mismo en Eibar que en Ávila. Lo mismo en El Berrón que en Navia.

Este ascenso es el de los chicos que se quedaron en El Requexón cuando todo parecía derrumbarse. De los guajes de las categorías inferiores que a lo largo de estos años han dado muestras de ejemplar oviedismo, con brillantísimas victorias pese a que las condiciones para lograrlas no eran precisamente las mejores. Y cómo no se van a merecer el autobús descubierto y el balcón consistorial todos los niños de los pueblos de Asturias que han crecido fieles al sentimiento azul inculcado por sus mayores y que han lucido con orgullo la camiseta azul en la época más nefasta de su historia. Las mofas no pudieron con ellos y este triunfo es suyo. Que lo disfruten.

¿No es este el éxito final de de todos los ciudadanos anónimos que pusieron dinero, más o menos, dentro de las posibilidades de cada cual, en una ampliación de capital de alto riesgo, desarrollada en plena crisis y en la que el grupo Carso no apareció hasta el final? También ellos son campeones, claro que sí.

Héroes del ascenso son todos los que respaldaron al Oviedo en esta larga travesía del desierto que se extendió durante doce interminables años y que culmina con el retorno a LFP en un ambiente de unidad que por fin hemos conseguido y que jamás deberíamos de perder.

Son precisamente quienes no abandonaron al club en Tercera, los que le han seguido siendo fieles en la mayor de las adversidades, quienes mejor saben que esto ha costado sangre, sudor y lágrimas, muchas lágrimas. Por eso, todo lo que hemos pasado, todo lo que se ha sufrido, debe de servir para hacernos más fuertes. Para aprender de los errores cometidos y no repetirlos. Disfrutemos del momento, que bien nos lo merecemos, pero no nos dejemos llevar por la euforia o por la ansiedad de subir a Primera en un abrir y cerrar de ojos, por mucho que el camino aparezca por fin despejado. Salir del barrizal nos costó una década. Mantengamos ahora la cabeza fría. Tranquilidad y, sobre todo, unidad. No arruinemos nosotros mismos lo que tanto nos ha costado lograr. Sigamos así, como ahora, todos juntos en torno a un escudo y a unos colores. Eso lo que nos ha hecho inmortales. Eso es lo que nos hará invencibles.

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