Sobre el papel, a Toni Fidalgo y a Manuel Vega-Arango una de las pocas cosas que les separan es la edad (65 el expresidente del Oviedo, 79 el expresidente del Sporting). Amigos desde hace tiempo, pueden presumir de haberlo mandado casi todo en el fútbol español y de tener el ego deportivo cubierto. Fidalgo centró su carrera en la LFP, de la que Vega-Arango fue presidente fundador.
El exdirigente azul atesora en su móvil miles de fotografías con mitos del fútbol mundial o curiosidades como el vídeo en el que ejerce de "casco azul" entre Jesús Gil y José María Caneda instantes después de que el excesivo dueño del Atlético de Madrid lanzara un gancho al mentón del expresidente del Compostela.
Vega-Arango guarda sus recuerdos futbolísticos en el disco duro de su cabeza, coronada por un look marca de la casa a peine y gomina. El histórico presidente rojiblanco sigue, como en sus años en la casina de cristal de Mareo, "mordiéndome la lengua por el bien del Sporting", tiempos en los que daba igual si el "gato era blanco o negro, lo que importa es que cace ratones". Tanto es así que estuvo a un paso de ser presidente de la Federación Española y candidato de Alianza Popular por el Ayuntamiento de Gijón.
Presidente del mejor Sporting, "paganini" de la Escuela de Fútbol de Mareo idea de Viejo Feliú, ya en tiempos modernos, y como Toni Fidalgo en el Oviedo, estuvo a punto de ser el que clavara la tapa del ataúd del club. Tiempos en los que ambos clubes no tenían dinero ni para martillos ni para clavos y, mucho menos, para ataúdes. Pocos años después de sortear el desastre y de ejercer como talismanes contra el mal de sus clubes, ambos presidentes -quejosos a su manera aunque mordiéndose la húmeda por el trato institucional recibido- van a vivir el primer derbi en el Tartiere en tres lustros como tesoreros de la memoria histórica de dos instituciones preparadas para regresar a la fiesta de la aristocracia del fútbol español.
