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Pablo González

Butacas vip en un césped precario

"Lo importante no es lo que hagas o las muchas horas que eches en el despacho, lo importante es salir en la foto". Una de las máximas de los fontaneros de la política vivirá este domingo en el derbi una de sus máximas expresiones. El clásico asturiano vuelve al Tartiere quince años después y las butacas en el palco presidencial se cotizan más que las entradas para el concierto que U2 dará en septiembre en Madrid, aunque aquí no hay que pasar por caja.

El Oviedo-Sporting ha levantado tanta pasión entre la clase política, sobre todo la local, que el Ayuntamiento del tripartito carbayón -en poco más de dos años en el poder se ha curado la alergia a las reuniones secretas en reservados y a las prebendas- ha ejecutado casi al pie de la letra, como propietario del Tartiere que es el municipio, el derecho que tiene de utilizar parte del palco presidencial. Tanto es así que los servicios de protocolo del arrendatario del municipal ovetense han tenido que encontrar la fórmula de la cuadratura del círculo para encajar a los suyos, a la delegación visitante, a los patrocinadores y a los padres de la patria. Bien estaría que entre los presentes hubiera un hueco para algún arquitecto o ingeniero que dé con la solución para el césped con el que se van a encontrar los jugadores. Avanza la semana y en Oviedo no deja de caer agua en casi todas sus versiones. Y el drenaje del Nuevo Tartiere no está para muchos trotes. Cierto es que la piscina olímpica en la que se convierte el campo cuando truena no es responsabilidad de los que ahora se dedican a expedir certificados de pureza de sangre y de buena conducta. Tampoco lo es -muchos de ellos estaban en el bachiller en la génesis de los endémicos problemas del verde de La Ería- de quien manda en el Ayuntamiento. Otro marrón ajeno que hay que gestionar, pero es lo que toca a cambio de 44.000 brutos al año. Lo que está por ver es si en el palco hay una reserva para el habitante del caserón de la plaza de España, el que advierte a los seguidores de ambos equipos de que si se portan mal habrá "mano dura", y que en su día alumbró la idea de tapar el furaco de la Ería con un campo de fútbol. Y siempre queda la posibilidad de contratar al chamán de alguna tribu para que se abran los cielos, luzca el sol y se sequen las aguas.

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