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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Metafísica sin hogueras

¿La humanidad mejora generación tras generación, o descubrimientos maravillosos como la carretilla, el libro y la aspirina no hacen de nuestro mundo un mundo mejor porque el peso de la injusticia, el hambre y los tuits de Donald Trump es tan grande que superan el aguante de la mejor carretilla? El psicólogo canadiense Steven Pinker sostiene en "Los ángeles que llevamos dentro" que, si miramos las cosas con perspectiva, la humanidad nunca ha vivido tan bien como ahora. Es cierto que muchos de nosotros vivimos hoy mucho mejor (y mucho más) que un rey medieval, y que en ciertos trozos de este planeta muchos seres humanos disfrutamos de unas comodidades impensables hace cuatro días, por no hablar (aunque sí hay que hablar) de los indiscutibles avances científicos, sociales y éticos que, si bien no alcanzan a todos los humanos, sí parece que han llegado para quedarse.

El filósofo Bertand Russell pensaba seguramente en todo esto cuando escribió en "Los problemas de la filosofía" que la mayor parte de las gentes de nuestros días consideran injusto quemar a un hombre vivo por no convenir con él en cuestiones metafísicas, pero en otro tiempo eso se tenía por un acto altamente meritorio con tal de que se hiciera en beneficio de la metafísica conveniente. En algo hemos mejorado entonces, ¿no? Parece que hay un acuerdo general (con dolorosísimas excepciones) acerca de que no se debe quemar a un hombre con el que mantenemos diferencias en cuestiones metafísicas. Pues bien, hay un detalle que invalida, en parte, esa idea de Russell. Es el fútbol, que para algunos se ha convertido en la nueva metafísica.

Ningún futbolero, creo yo, estaría dispuesto a quemar vivo a otro futbolero del que le separan profundas diferencias metafísicas acerca de la superioridad de Messi sobre Ronaldo, la radical contraposición entre beticismo y sevillismo, el imposible acuerdo entre ser (o, lo que peor, sentirse) colchonero o ser (o sentirse) merengue o la consideración del fútbol como un arte del buen defender o una técnica del buen atacar. Eso ya es algo. Pero hay otras formas de quemar vivo a otro ser humano. Escupir comentarios asquerosos, ofensivos y groseros en las redes sociales, por ejemplo. Utilizar la oportunidad de comentar noticias de fútbol que ofrecen los periódicos en sus versiones digitales para convertirse en inquisidores ciegos, sordos y, por desgracia, insoportablemente parlanchines.

Organizar concursos de gritos en los bares con la excusa del primer error metafísico de un árbitro al no ver lo que está más allá de la física porque sólo está al alcance del ojo de la tecnología. ¿El fútbol ha progresado? Pues sí. Pero muchos futboleros sólo piensan en quemar en las redes sociales (y en los bares) a los futbolistas o a otros futboleros a causa de diferencias metafísicas. Es penoso. Es anti-progreso. Es anti-futbolero.

No nos matemos por un quítame allá un Messi o un más acá de sentimiento sevillista o merengue. No quememos en la hoguera a Higuaín por haber fallado un gol contra España. Es sólo metafísica, amigos futboleros. El mundo ya tiene bastante con todos los que intentan fastidiarnos la maravilla de la carretilla, el libro o la aspirina.

El mundo ya tiene suficiente con aguantar a los que no han aprendido que no se debe matar a los que sostienen una metafísica diferente o creen en un Dios distinto, o de color verde, o en ningún dios. El mundo ya tiene que sufrir a los que parece que han nacido para hacer sufrir a los demás. El fútbol tiene que ser otra cosa. Y otra cosa mejor. Hablemos de fútbol y de metafísica, pero antes apaguemos las hogueras. ¿Cómo hacerlo? Pues no sé? ¿qué tal meándonos en ellas?

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