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Pablo González

Obligados al pleno

La derrota en La Romareda exige al Sporting ganar los cuatro partidos que le restan

Cuando se camina por la cuerda floja, ya sea por gusto o por obligación, en ocasiones toca resbalar, mirar hacia el vacío y acabar con la nariz reventada en el suelo. Se eleva, se eleva... el nivel de exigencia -tanto el propio como el ajeno- y cuanto mayor es el tiempo en el que se está en primera línea sobreviviendo a todo, mayor es la depresión cuando las cosas no salen como se esperan.

Que el Sporting pusiera fin a su racha en Zaragoza estaba presupuestado. Ya se esperaba que el golpe contra el alquitrán llegara en Valladolid, en Cádiz... El Sporting fue esquivando las balas. Aunque daba igual, alguna vez el tirador tenía que acertar. La estadística es lo que tiene. Nadie escapa a las matemáticas. Tuvo que pasar en La Romareda y en el peor momento, con el Huesca otra vez en racha (por cierto, el otro equipo, junto al de la Pilarica, que el patrón Tebas quiere ver el próximo año en la programación de Primera). El sábado el Zaragoza supo aprovechar los minutos en los que el Sporting salió regalando su piel al que quisiera hacerse con ella. Ya lo ha hecho más veces -tanto con Herrera como con Baraja- pero en muchas ocasiones los rivales no acertaron. En La Romareda tocó encontrarse con Borja Iglesias -ese tipo de delantero por el que "miagan" muchos técnicos de la categoría- y todo parecía acabado después de su doblete.

Pero tras el descanso se vio otra cosa. Seguramente una de las mejores versiones del Sporting esta temporada. No dio para el empate (los porteros rivales también juegan, no sólo Mariño). Pero sí dio para disfrutar del amor propio de los rojiblancos y para comprobar que al menos los de Baraja irán más allá del deber.

El fin de la racha de doce partidos sin perder deja al Sporting dependiendo de los demás y obligándole a ganar todo lo que queda. Cumpliendo con su obligación, el equipo de Baraja tendrá que pasarse un mes sentado a ver qué ocurre con los demás con la calculadora en la mano. Los rojiblancos ya saben lo que es eso. También son expertos en estudiar el calendario propio y ajeno. El camarada Rivera señala como vital para las aspiraciones gijonesas el Lugo-Huesca de la penúltima semana del mes. Si el olfato del compañero no falla, el equipo gallego se cruzaría otra vez en el caminito rojiblanco en su búsqueda de entonar el "adiós muchachos, compañeros de mi vida" de Segunda. Pero lo primero es cerrar con nota el expediente propio antes de pensar en el de los demás.

Hecho esto, y tirando de uno de los refranes preferidos de don Manuel Vega-Arango, "da igual gato negro o blanco, lo importante es que cace ratones". Así que toca hacer pleno -doce de doce- ante Barça B, Tenerife, Granada y Córdoba, y aferrarse a la posibilidad de que algunos de los que marchan por arriba tengan una mala tarde y se dejen pelos en forma de puntos por el camino. En qué gatera, ya sea negra, blanca o azul, poco importará. O sí...

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