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Alberto Menéndez

Una desilusión más

No es que el Oviedo perdiera en León es que, además y lo que es más importante, en ningún momento dio la sensación de ser un equipo con aspiraciones, de un equipo con merecimientos para disputar la liguilla de ascenso a Primera. Una oportunidad, y otra, y otra y los pupilos de Anquela continúan sin encontrar el ritmo que les haga mostrarse como un conjunto con pretensiones, como un conjunto capaz de sacar adelante las situaciones comprometidas. Cierto es que la Segunda es una división muy igualada, una competición en la que las sorpresas están a la orden del día, pero también lo es que entre los equipos teóricamente con ambiciones de poder competir por el ascenso el Oviedo ha sido el que más bandazos ha dado, y lo que es peor, lo ha hecho en la última fase, en la más trascendente de la Liga.

Sí, el penalti pitado contra los azules al filo del descanso, fue muy riguroso, puede que inexistente. Pero eso no es disculpa para justificar el muy mal primer tiempo de los oviedistas en León. Lo normal es que antes de que Señé marcará la pena máxima la Cultural ya se hubiera adelantado en el marcador. Si no lo hizo fue gracias a la actuación de Alfonso Herrero y a la mala suerte de los de Rubén de la Barrera. Aún así Johannesson tuvo una gran ocasión ante el cancerbero local Palatsi, pero una, sólo una. Muy poco para un equipo que se jugaba lo que se jugaba ayer el Oviedo en el Reino de León.

No es sólo cuestión de poner lo que hay que poner en cada partido, de lo que se trata es de, por supuesto, disputar cada balón como si fuera el último, pero también de jugar, es decir, de competir no sólo físicamente sino también futbolísticamente. Y el Oviedo, que si lo hizo durante una fase de la competición (sólo hay que recordar la buena imagen dada en los campos de los ya equipos de Primera, Huesca y Rayo Vallecano) hace ya muchas semanas (demasiadas) que no lo hace.

Tras los fracasos en los anteriores desplazamientos y lo sucedido en el último partido ante Sevilla Atlético en el Tartiere los aficionados azules (que así y todo se trasladaron ayer en gran número a León) no veían precisamente con optimismo el partido ante la Cultural. Hace ya tiempo que en la grada se oye el runrún típico del desencanto, de la falta de confianza en el equipo.

De todas las maneras, el Oviedo aún tiene alguna posibilidad, aunque sea mínima, de jugar los partidos de promoción. Habrá que esperar a ver lo que sucede. No vaya a ser que tras ir de desencanto en desencanto por deméritos propios al final una carambola les lleve a alcanzar el objetivo que se habían marcado. Por lo menos esa probabilidad, por remota que sea, hace que el partido ante el ascendido Huesca no se convierta en un mero trámite. Eso sí, lo que no ofrece dudas es que si no se produce el milagro el del próximo domingo será el encuentro de la despedida de muchos miembros de la actual plantilla azul. La renovación del equipo no se debe hacer esperar. El actual está demasiado gastado.

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