La mañana de ayer se volvió más convulsa todavía cuando Zidane anunció que lo dejaba, que no se veía capaz de seguir ganando y que mejor era irse en la cúspide que perder y que la memoria (floja) del periodismo deportivo y los antiflorentinistas se le echaran encima cuando no se ganaran títulos.
La realidad es que la lógica, como cuando dejó el Real Madrid como jugador, ha imperado tanto porque no se ve capaz de ganar como porque el equipo necesita varias reformas y cree que no es la persona adecuada para realizar esa revolución dado su rol de entrenador/amigo de los jugadores. Sí, unos cambios que pasan por Cristiano Ronaldo, Bale, Benzema, encontrar un sustituto para Modric y pensar que Sergio Ramos no es eterno aunque lo parezca.
Zidane ha sido el más grande entrenador que yo recuerdo con el Real Madrid (a Miguel Muñoz, el que más títulos atesora, dejó el Madrid creo que cuando yo nací). Con un estilo tranquilo, sonriente, educado y personal, ha ido dejando por el camino las muchas críticas que ha recibido por haberle colocado Florentino Pérez, para colocarse en el olimpo de los entrenadores al conseguir algo tan fuera de la lógica como tres Champions en dos años y medio al frente del equipo merengue.
El madridismo está en deuda contigo, Zizou. Has traído orgullo y valor para afrontar el futuro seguros de que el plan deportivo existe, que se juega bien al fútbol pese a que Xavi Hernández diga que sólo el Barcelona juega bien al fútbol, y que el Real Madrid es el club más grande, más ganador y más orgulloso del planeta fútbol.
Eso sí, has elegido un mal día para irte. El día en que los asesinos de ETA (Bildu) y los independentistas han recobrado protagonismo sobre el futuro de España.
