Lo más probable es que, durante el Mundial de Rusia, no oigamos hablar en ningún medio de comunicación de Inga Kelekhsaeva, responsable de campañas de Amnistía Internacional sobre Rusia. En más de una ocasión, los Mundiales de fútbol han servido a los países organizadores para blanquear su imagen, teñir con un barniz de normalidad e incluso de respetabilidad situaciones dudosas y abusivas. Uno de los casos más notorios fue el de Argentina 78, que sirvió a la dictadura de Videla para mostrar un país aparentemente rutilante y triunfador. En ediciones más recientes, los ejemplos de Sudáfrica y Brasil también despertaron recelos por las situaciones paupérrimas de buena parte de su población en contraste con el derroche de inversiones que genera un Mundial. Un ex futbolista tan célebre como el brasileño Romario, hoy diputado, puso en su momento el dedo en la llaga. Sin embargo, la futura celebración de un Mundial en Qatar delata que la FIFA es mucho más sensible al dinero que a los derechos humanos. Tampoco, lamentablemente, nos pilla por sorpresa.

Amnistía Internacional, con motivo de Rusia 2018, lanza la campaña "Equipo Valiente" que pone el acento en once activistas rusos que, por defender la libertad y los derechos humanos, sufren el acoso y el hostigamiento del gobierno de Putin. El informe publicado por Amnistía Internacional titulado "Los últimos seis años bajo el presidente Putin: el estado de la sociedad civil en Rusia" debería leerse a la par que las crónicas de los partidos o las declaraciones de futbolistas y seleccionadores. Debería leerse para evitar que el fútbol, una vez más, sea una excepción, una burbuja inmensa a la que nada le afecta.

La señora Kelekhsaeva, citada más arriba, dice claramente: "A medida que aumenta la excitación en torno a la Copa Mundial, queremos destacar el trabajo de los inspiradores hombres y mujeres que arriesgan su vida y su libertad para luchar por los derechos humanos en Rusia. La alineación del "Equipo Valiente" incluye a activistas que han luchado para poner fin a la tortura en las comisarías de policía, proteger el medio ambiente, defender los derechos de las personas LGTBI y de las que se dedican al trabajo sexual, y apoyar a las víctimas de violencia intrafamiliar: estos y estas activistas son los auténticos campeones en Rusia.

Si prensa y televisiones se han hecho eco de la situación de las aficionadas iraníes, a las que en su país se les prohíbe la entrada en los estadios por ser mujeres, no deberían dejar pasar la oportunidad de señalar las irregularidades de un estado ruso que promueve leyes con nombres tan evidentes como "ley de agentes extranjeros" y "ley de organizaciones indeseables".

Igual que se citan de carrerilla las alineaciones de los equipos históricos, que cierren estas líneas los nombres del "Equipo Valiente":

Oyub Titiev (Grozni): director de la oficina de la ONG Memorial en Chechenia, encarcelado por cargos falsos desde enero de 2018.

Andrei Rudomakha (Sochi): defensor de los derechos humanos medioambientales brutalmente atacado en 2017.

Irina Maslova (San Petersburgo): fundadora de un movimiento para defender los derechos de las personas que se dedican al trabajo sexual.

Igor Nagavkin (Volgogrado): trabajó para luchar contra la tortura y la corrupción en la región de Volgogrado hasta que fue detenido en octubre de 2016.

Valentina Cherevatenko (Rostov del Don): activista de los derechos de las mujeres.

Igor Rudnikov (Kaliningrado): periodista independiente que investigó casos de corrupción hasta que fue detenido arbitrariamente en 2017.

Oksana Berezovskaya (Samara): dirige una organización de defensa de los derechos de las personas LGTBI.

Igor Kalyapin (Nizhny Novgorod): fundador del Comité contra la Tortura.

Yulia Fayzrakhmanova (Kazan): defensora de los derechos humanos medioambientales.

Aleksei Sokolov (Ekaterimburgo): lucha contra la tortura y otros abusos del sistema penitenciario.

Vasily Guslyannikov (Saransk): fundador de la ONG Centro de Derechos Humanos de la República Mordoviana.