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Cuestión de imagen

Ya extraña que Víctor Manuel en su nueva canción "Allá arriba al Norte" no haya incluido una frase a El Molinón o Mareo, para compensar al guiño a la Regenta y la Catedral. A lo peor es que Víctor, como otros seguidores rojiblancos, empieza a ver como una pérdida de identidad la ausencia de guajes en el once inicial. El Paraíso Natural vende, que se lo digan al de Mieres. Mareo, hasta ayer mismo, aparecía como un tópico a la hora de narrar los partidos del equipo rojiblanco. La cantera es algo más que una imagen. Aceptando que hay menos críos jugando por plazas y recreos. Para mantener el mito de Mareo, "factoría de talento", habrá que poner en el primer equipo a alguno de los ascendidos en esta temporada. Dejando a un lado si nacieron en la Pola o en Zamora. En Oviedo o en Gijón. De todo hay en las divisiones sportinguistas.

Tiene que verse que esa fábrica está en funcionamiento y no es un laboratorio de ensayos que no terminan de cuajar. Este es el tema. Fichar tapones para que no fluyan los que tan buenas campañas hicieron en Segunda B y División de Honor es una pérdida de tiempo y dinero. Entre los fichajes de esta temporada hay jugadores que vienen a cubrir carencias que la plantilla tenía desde hace, al menos, dos años. El centro del campo actual, entre "canteranos" y forasteros del resto del mundo, está cubierto con aparente garantía. Es una de las ventajas de ver 700 partidos en directo. Miles, si suman videoclips y pantallas varias. No muy lejos de Gijón, también reforzaron el centro del campo viajando algo menos, a Melilla, por ejemplo. Los delanteros que tienen gol están en obras o reparando. De momento son una incógnita. No extraña la precaución que se toma Javier Fernández a la hora de valorar a "su" director deportivo con un notable alto. El sobresaliente se gana con el ascenso. ¿De jugar bien al fútbol ya no se habla? Los puntos ganados valen lo mismo con rivales menores o mayores, pero una victoria o un empate en Riazor tienen un sabor distinto. Puntuar ante un rival que puede estar en el tramo final del ascenso o promoción aporta un plus diferente.

En la entrevista de esta semana en LA NUEVA ESPAÑA, el presidente rojiblanco muestra su tono beatífico -en línea pontificia salmantina-, sin una mala palabra, para hablar de las buenas acciones de este consejo unipersonal, aunque el número de miembros pueda inducir a error. El Sporting es un patrimonio familiar, que nadie se llame a engaño. Los Fernández, tanto el primero como el segundo de la saga, venderán o no, darán paso a nuevos accionistas o no. No tienen fecha para salir del club. Y más después de una gestión que Javier puede presentar con unos números menos rojos que aquellos que hacían pensar que el fin del club estaba próximo.

Al presidente no se le escapa el negocio de las manos. Pero aún no acierta con el cuadro de actores. No parece preocuparle la ausencia de asturianos en el once titular. A quien mandaba en la Plaza Mayor en 1994 le parecía imprescindible que el dueño del Sporting fuera asturiano, de Gijón. A ello dedicó sus afanes en compañía de otros. Entonces ocho apellidos asturianos, más o menos, eran imprescindibles para construir, también, un Sporting SAD.

Por cierto, Baraja sabe que cuando el balón pasa por André Sousa, Nacho Méndez y Robin Lod el juego mejora, sucede algo cercano al fútbol que el espectador quiere ver. El talento se tiene y eso se ve a la primera. Luego toca entrenar, conjuntar, y si hay duda siempre queda en la retaguardia un Salvador. El esfuerzo también es necesario, como Carmona, que no se esconde nunca. Ni en las malas tardes, que las tiene.

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