Mala suerte para el madridismo. El día que el Madrid se atasca en San Mamés va Cristiano y se estrena como (bi)goleador con la Juve para dar oxígeno al debate sobre si Benzema, Bale, Mariano... podrán hacer olvidar los cincuenta goles al año del portugués. CR7 va camino de convertirse en lo que la momia de Franco -el nietísimo Francis Franco dixit- enterrada en el Valle de los Caídos es para el gobierno de Sánchez: un comodín para tratar de colar entre el revuelo cuestiones como la jubilación del diesel y desviar el foco sobre pifias y rectificaciones varias y diarias.
En el caso del Madrid la momia de Cristiano aparecerá si las cosas no pintan bien para los de Lopetegui. Y esto pasa por ganar la Liga y brillar en Europa. Y si las cosas se tuercen, si Benzema sigue siendo un delantero con estadísticas goleadores de un central, o si Bale entra en su cíclica espiral de lesiones, los que menos quieren al tito Floren podrán echarle en cara que dejara a Cristiano cambiar Madrid por Turín por solo cien millones.
Mientras tanto, el presidente podrá seguir con su plan de ahorro para tratar de fichar al caprichoso Neymar sin enfadar a los príncipes cataríes del PSG, no vaya a ser que el cemento del presidente-secretario técnico blanco sea declarado non grato en los macroproyectos del lejano desierto que mantiene al club parisino. Pero sobre todo, la momia servirá para que nadie se interese sobre lo que realmente costará y quién construirá el nuevo Bernabéu. Primero fueron las torres. Ahora quién sabe si la pirámide para momia. Habrá que hacer acopio de palomitas. El espectáculo promete.
