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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

El refugio que puede acabar en trampa

Ante el temor de que la grada se levante contra el equipo si las cosas van mal ante el Reus

Después de la tempestuosa semana rojiblanca -Baraja asume que hay crisis, aunque sea en formato mini- el Sporting regresa a El Molinón, su puerto seguro, el refugio en el que se siente a salvo de los esperpentos que ofrece fuera de casa. Pero conociendo el cabreo que se ha instalado en la afición puede que el confortable hogar para los rojiblancos se acabe convirtiendo en una trampa. El vestuario tiene asumido -ya se vivió un conato de "revuelta" ante Las Palmas cortocircuitado por el gol de Álvaro Jiménez- que como en los primeros veinte o treinta minutos el equipo ofrezca la imagen de hace unos días, se avecina una bronca de las que escuece.

Por eso Baraja parece decidido a darle una vuelta al equipo. Al pucelano se le podrán echar muchas cosas en cara, pero no que haga política de vestuario a la hora de cortar por lo sano. Ya se vio la pasada temporada con Jony, cuando el extremo se lo creyó demasiado. Según los últimos ensayos, el Pipo estaría dispuesto a sacrificar a los que considera culpables de la derrota en el Wanda, entre ellos al francés Peybernes, uno de los fichajes estrellas del verano. Del que se libra del jarabe de banquillo es Lod, disfrutando de la selección finlandesa, y sin acabar de dar lo que se espera de él a pesar de que Baraja incluso haya adaptado el equipo a su juego. Cosas de los fichajes de "Champions" de la dirección deportiva.

Por culpa del virus FIFA nunca se sabrá si Lod iba a sufrir ante el Reus el castigo de Baraja, aunque tenía toda la pinta, sobre todo si se hace caso a lo puntilloso y pulcro que parece el entrenador rojiblanco con su trabajo. En el librillo de Baraja, además del férreo control de la dieta (sólida y líquida) de la plantilla, se esconden recetas de cómo lidiar con el entorno. Por ejemplo, el exjugador del Valencia no permite a sus asistentes que se luzcan de vez en cuando en los "mass media". El discurso, ya sea agrio, soso, dulce o picante, pertenece al jefe, no vaya a ser que alguno meta la pata y la cosa se salga de madre. Quizás cuando las cosas vayan mejor Baraja suelte un poco de cable.

El que lo tiene muy claro en este aspecto es Torrecilla, cuyas apariciones ante los micros están marcadas como las estaciones. El director deportivo (DD) -lo de secretario técnico está anticuado y no gusta- está en modo hormiguita buscando en qué gastar los 500.000 euros que le quedan para el mercado de invierno. Pero mientras espera que se abra esa ventana, Torrecilla refuerza su parcela con gente de la casa. El último en llegar -hasta ahora segundo de José Alberto en el filial- a la dirección deportiva es Iván Hernández. El DD se está rodeando de gente conocedora de Mareo para tratar de sacar más partido a la cantera, esa cantinela que de tanto repetida y no cumplida ya suena a milonga.

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