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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

Una cruel agonía

Si el fútbol como juego tiene tantos episodios gloriosos como crueles, cuando éstos últimos se aliñan con las miserias humanas el resultado alcanza proporciones de barbarie (deportivamente hablando, claro). En el caso del despido de Julen Lopetegui la historia ha sido la de una cruel agonía. Podría aplicarse eso de "quien a hierro mata, a hierro muere" al rememorar el vomitivo episodio de la puñalada del técnico y Florentino al equipo de (casi) todos, pero debería quedar algo de corazón.

Y es que el martirio a cámara lenta y ante todo el país a la que ha sido sometido Lopetegui ha sido excesivo. Florentino ya le puso la cruz tras la derrota ante el Alavés. Desde entonces el vasco ha sido paseado como la momia de Lenin por esos campos de Dios con cara de entrenador despedido y sabiendo que todos conocían su destino, hasta el del carrito de los helados. Pero Florentino, cual sádico de película gore de serie B, quiso alargar la tortura de Lopetegui hasta el último segundo.

Todo ante la befa y mofa de medio planeta fútbol. Incluso después de la manita en el Nou Camp la planta noble merengue guardó silencio. Eso sí, ya se encargaron desde ella de confirmar extraoficialmente que cuatro meses después Lopetegui dejaría de entrenar al Real Madrid. Incluso el propio interesado lo tenía clarinete. Tanto es así que se despidió de sus jugadores tras el partido ante el Barça. Pero a Lopetegui todavía le quedaba pasar el trago de tener que entrenar al equipo ayer por la mañana mientras su imagen desaparecía de los medios oficiales de la casa blanca -ni una foto del técnico en la web en la sesión de ayer- mientras se informaba al minuto de cómo marchaban las (funestas) negociaciones para contratar a su sustituto. Aún así, Florentino todavía apretó aún más el garrote no haciendo oficial el despido hasta por la noche con un comunicado que pone en duda la capacidad profesional del técnico: noveno con ocho nominados al "Balón de Oro". Treinta monedas por la traición y fin de la agonía. Las cosas del tito Floren son así.

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