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El kit de supervivencia

Lo emocional domina sobre lo futbolístico en los duelos de rivalidad

El derbi también es eso: Gorriarán susurrándole palabras bonitas a Luis Enrique. Porque la esencia del derbi tiene que ver más con lo emocional que con lo futbolístico. La actitud es asignatura troncal en un choque de esas características.

Lo entendió perfectamente el Oviedo, al que el debate futbolístico se le escapa desde hace algún tiempo, pero que siempre encuentra refugio en lo sentimental. Más aún cuando llega el derbi. La puesta en escena en los primeros quince minutos fue tan impactante que el Sporting se desmoronó como un castillo de naipes. El Oviedo jugó un derbi; el Sporting un partido más.

Solo hay una cosa que disfrute el oviedismo más que derrotar al Sporting: derrotarle por agallas, por entrega. Como si el mensaje de la grada calara en la plantilla. Como si realmente el Tartiere tuviera influencia en el juego.

El Oviedo se presentó a un derbi con el kit de supervivencia mientras que el Sporting pretendía pasar la noche al raso como si estuviera de acampada. Analicen la jugada del primer gol, lo que sucede hasta que Ibra ejecuta su plástica volea. Gana Folch la disputa, se impone Alanís en su duelo y Tejera llega antes que nadie al balón.

El segundo gol siguió un guion similar, aunque sin rodeos. Caramelo de Berjón (sorprendente que sea su primera asistencia), cabezazo de Alanís, uno de los que se les espera a partir de ahora.

Y después de los fuegos artificiales, el Oviedo se siempre. O al menos, el de las últimas semanas. Con sus imprecisiones, sus nervios, su forma de jugar en el alambre. Salió bien, apoyado el equipo una vez más en el elemento emocional. Porque el derbi es eso, emociones. Gorriarán susurrando cosas bonitas a Luis Enrique...

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