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Mario Antuña

La reconciliación de ese equipo que andaba por ahí

El triunfo en Granada abre una nueva etapa, que ya se verá si es un propósito de enmienda verdadero

Un partido con más fútbol y ocasiones de las vistas hasta ahora abre la puerta de la reconciliación con la afición. Ese sacramento que para los católicos tiene pasos obligatorios: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión y cumplir la penitencia. Hasta el partido del viernes en Granada ninguno se había cumplido en boca de Torrecilla, cuando procedió al cambio de entrenador. Ése al que dijo que siempre había apoyado y hasta propuesto. El examen de conciencia, el dolor de los pecados y confesarlos, quedan pendientes para final de temporada. El propósito de enmienda no quedó más remedio por el descalabro del equipo. Y la penitencia, hasta ahora, la cumple Baraja. Pero a la media hora del partido en El Nuevo Los Cármenes, con el Sporting presionando, atacando y jugando al fútbol, comenzaba a reconciliarse con la sufrida afición. Cómo sería el cambio que, a los veinte minutos, un amigo oviedista me mandó este Whatsapp: "¿Tarás contentu con esti Sporting, eh? Como aguanten físicamente ye pa echase a temblar...". No era para tanto, pero podrá serlo.

Sólo hizo falta que José Alberto, el míster en quien siempre confió Torrecilla, soltara las cadenas del equipo. Y cumplió lo anunciado, algo que ya nos sorprende tanto como que lo haga un político. El equipo salió arriba, a presionar, a robar la pelota, a jugar rápido al ataque, a replegar y defender en conjunto, a tener ambición, a querer ganar y no buscar sólo no perder. En media hora habíamos visto casi más fútbol y ocasiones de gol que en el resto de la temporada. Por eso el Sporting iba ganando y sin sufrir apuros. Otra cosa es que con el 0-1 se diera un paso atrás y, el Granada, uno adelante, y el encuentro se apretara. O que en la segunda parte los granadinos salieran a por el empate, que llegó por la cabeza del colombiano Ramos.

Sí, hubo apretones, más de los necesarios si Blackman, ese jugador con nombre de superhéroe, no hubiese marrado las tres ocasiones claras de gol que tuvo en sus botas. Pero también hay que valorar, fíjense de dónde venimos, que las tuviera. Lo nunca visto. Cómo sería la cosa que no escuchaba la narración del locutor de televisión, en mis oídos sonaba el "Aleluya" de Leonard Cohen, en una inspiración mística.

Muchos sportinguistas vieron en el partido del viernes la resurrección del equipo, la reconquista de la clasificación. Fue tanta la fame, que chuparle los dedos a alguien que ha comido marisco sabe a gloria. José Alberto, ese entrenador del B en el que siempre confió Torrecilla, ha traído aires nuevos. Las preguntas que surgen ahora son: ¿llega para quedarse, él y su estilo; es un propósito de enmienda verdadero, asumido por convencimiento por el consejo o impuesto por las desastrosas circunstancias; se apostará de verdad por la cantera de Mareo con refuerzos de calidad, o pasado el bochorno se volverá al fichadón; habrá que seguir buscando fuera lo que en realidad hay en casa? Ver veremos... Sólo el tiempo dará respuestas sinceras y no de circunstancias.

El viernes tras acabar el partido, en el turno de entrevistas, le correspondió hablar al colombiano Ramos, al autor del gol del Granada. En su argumentario de manual, se refirió al Sporting como ese equipo que andaba por ahí y les ganó. Dijo algo así como: "Ellos andaban por ahí y ya ves...". Ramos se equivoca. Este Sporting no es el de antes, no queremos que lo sea, ya no anda por ahí... Ahora quiere jugar al fútbol con ambición.

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