José Alberto, el entrenador nombrado por la afición pese a la dirección deportiva, acaba de llegar y ya ha besado el santo. Al flamante técnico rojiblanco no le ha hecho falta inventar la pólvora para que el Sporting lograra su primera victoria como visitante en siete meses y rompiera su histórica mala racha en Granada, ante un rival que no había sucumbido en casa en toda la temporada. Al margen de los necesarios ajustes en el once inicial, le ha bastado con echar a sus jugadores hacia arriba incluso tras el empate andaluz, a siete minutos del final. Así se ganan los partidos desde que el fútbol es fútbol. Está todo inventado.
Por eso, y aunque suene exagerado, lo mejor que ha dejado el encuentro de Los Cármenes no ha sido el resultado. Lo más esperanzador es el lavado de imagen del equipo, que hasta ahora se resignaba a especular como si fuera un don nadie cada vez que pisaba territorio adversario y que, peligrosamente, había empezado a transmitir la misma apatía en El Molinón. En apenas cinco días, José Alberto ha conseguido un cambio radical de mentalidad. Y ese es su primer éxito.
Pero su mayor reto será alternar con acierto la inclusión de jugadores made in Mareo en una plantilla confeccionada con el mismo tino que los movimientos de un elefante en una cacharrería. Papel fundamental debe jugar Nacho Méndez, que ya ha recibido galones del nuevo míster y que se perderá el duelo ante el Tenerife por sanción. Además, el técnico tendrá la misión fundamental de resucitar a dos delanteros enterrados, uno por las lesiones y otro no se sabe por qué. De la habilidad para resolver estos problemas dependerá el triunfo o el fracaso del entrenador del pueblo.
